Política

Viesca y su cultura: origen y expectativas

  • Columna de Juan Salvador Álvarez de la Fuente
  • Viesca y su cultura: origen y expectativas
  • Juan Salvador Álvarez de la Fuente

Viví parte de mi infancia en Viesca, Coahuila, y todavía hoy recuerdo que hay una hora, cerca del mediodía, en donde sólo se escucha el sonido de las tórtolas en las calles; además, recuerdo otras cosas más relacionadas a sensaciones que a vivencias: ciertos olores, como el de los montículos de la leña de mezquite a la distancia, quemándose a medias para convertirse en carbón; el olor de las tiendas, que es una mezcla entre vinagre (de los frascos de chile), pan y dulces; el aroma de la tierra árida, mojada por la escasa lluvia, así como el sonido de la fábrica Sulfatos de Viesca S.A trabajando a plenitud, en la que mi abuelo, don Salvador De la Fuente, trabajó más de tres décadas; esta fábrica fue el corazón de la actividad económica del municipio durante mucho tiempo y ahora sólo son ruinas, y quizá ni eso.

La historia de Viesca se remonta a las naciones nómadas que perduraron durante miles de años. En el siglo XVI inició la colonización por parte de españoles y tlaxcaltecas. En 1599, nos dice Tomás Santoyo en su libro Viesca: la historia de un pueblo (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2019), los jesuitas fundaron Santa Ana de los Hornos: una avanzada perteneciente a la misión de Santa María de las Parras; finalmente, Viesca se fundó entre 1731 y 1732, con población, en su gran mayoría, de familias tlaxcaltecas; en aquel tiempo llevó por nombre Santiago del Álamo. Con el paso de los años, verían pasar rumbo a Chihuahua a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y demás líderes de la insurgencia; recibirían a Juárez y se sumarían a la defensa de la República; serían precursores del movimiento revolucionario de 1910, pues dos años antes se levantarían en armas, sumándose al llamado de los hermanos Flores Magón.

En el ámbito cultural, me dice don Manuel Lastra, cronista de Viesca, que la vocación del municipio ha estado más relacionada con la música: se tienen registros de agrupaciones ya a finales del siglo XIX y principios del XX; en el aspecto gastronómico, son famosos sus “mamones” y los dulces tradicionales de leche, y ahora su Feria del Dátil. Su celebración principal es, sin duda, el aniversario de la población, que tiene lugar cada 25 de julio, en el que se organiza un gran baile; además, en el parque de Juan Guerra celebran el Día del Ausente, espacio en el que se reencuentran familias y amigos.

La buena noticia es que su alcalde, Hilario Escobedo, tiene muy clara la importancia de la actividad cultural; sabe que cada iniciativa implica la llegada de visitantes que, al disfrutar los activos culturales, dejarán una derrama económica y ocuparán servicios que fortalecerán la economía; esto queda de manifiesto cada vez que se realiza la Procesión del silencio que, por cierto, ya se acerca y que ha llegado a convocar hasta 15 mil asistentes. Este año participará el coro Voces del Desierto, del Centro Cultural Santa Anita, con un ensamble de la Orquesta Filarmónica del Desierto, con el Requiem de Gabriel Faure.

Diversificar la oferta y vincularse al consumo de cultura (principalmente de Torreón), es el reto. Ya antes fueron un éxito los performance de la artista visual Lucía Maya en las ruinas de la fábrica y el mural colectivo de artistas laguneros en la cantina de Toño Murillo, ocasión en donde el arte permitió abrir las puertas de la cantina a las mujeres de la población por primera vez, y que terminó con un concierto histórico de Astrid Hadad. Buscar esos nichos es algo fundamental que, sin duda, llevará más visitantes a este hermoso lugar.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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