Política

La del moño colorado

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • La del moño colorado
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

A una de mis hijas le llevó más tiempo de lo esperado encontrar el amor por el peine. Así que, por esta y otra circunstancia particular, sus primeros meses escolares asistía con la férrea libertad de su cabello naturalmente enrulado. Pero una vez que descubrió las amplias posibilidades de la estética capilar no había día que no quisiera estrenar peinado.

En una de esas aventuras de la belleza infantil, llegó al colegio con un par de moños rojos como granada. Ese atuendo no presentaba más emoción que el de los días anteriores, pero tampoco le pasó inadvertido. Hasta que algo ocurrió en su día de clases.

A la hora de la salida la persona encargada de la entrega de los menores me contó que mi hija había estallado en llanto por la pérdida momentánea de uno de sus moños colorados.

Me dijo que la vio muy angustiada y por eso me pidió que le diera terapia a mi propia hija. Tienes, me dijo con la seguridad que sostiene a la montaña, que hablar con ella y decirle que no debe preocuparse por cosas sin importancia, que no debe llorar así, que no pasa nada, que es solo un moño.

“Es solo un moño”. Esta frase me retumbó en la cabeza por muchos días.

La del moño colorado
La del moño colorado

Seguramente la intención de esta cuidadora era la mejor y no dudo ni por un instante que como su preocupación fue fidedigna echó mano de la caja de herramientas que le dieron en su formación docente y la que ella misma se ha apropiado a lo largo de la que parece ser una extensa vida.

Sin embargo, eso no quiere decir que haya estado en lo correcto. Y no lo estuvo en muchos sentidos. El primero, algo que también me causó mucho ruido por mucho tiempo, es el hecho de que pueda pensar que yo o cualquiera que se dedique a los estudios psi, pueda dar “terapia” a miembros de su familia, Freud se atrevió a hacerlo con su hija y la cosa no terminó muy bien que digamos.

La cascada de frases motivacionales que incluyen el “no llores”, “no pasa nada”, “no es para tanto”, “esas son cosas sin importancia”, lejos de ayudar a formar “individuos sanos” provoca la pérdida de oportunidades de enfrentarse a los problemas cotidianos de la vida y tratar de enfrentarlos descubriendo las habilidades o caminos que se pueden tomar para ello.

No estoy incitando a un linchamiento en contra de quienes actúan de esta manera. Seguramente en más de un TikTok habrán escuchado cosas similares. Pero si yo hubiera actuado como me lo recomendó lo que de entrada hubiera provocado era que callara sobre aquello que mi hija sentía. Habría aprendido una lección sí, pero la equivocada. Seguramente habría descubierto que las cosas que a ella le importan no son importantes para los demás, y le peor, no tienen interés para su propio padre.

Entonces sí, habría aprendido a no llorar desmedidamente la siguiente vez que se enfrentara a una pérdida para ella importante. Y se iría enlazando una serie de duelos que no sabría como tramitar, porque le enseñaron el camino “fácil” de ser fuerte ante la vida.

Quién sabe si lloró por la pérdida de los moños, quién sabe qué representaban para ella esos o ese moño perdido. Quién sabe en qué contexto fue la pérdida, quién sabe cuál fue la historia que ella tejió ese día y no solo me estoy refiriendo a los moños, sino a todo lo que ocurrió previamente. Antes de pedirle que no llore por cosas que no, si hubiera estado ahí, me hubiera encantado acompañarla a llorar.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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