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La infantilización del gobierno

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  • Jesús G. Reséndiz Silva

A finales del mes pasado, Tesla anunció que construirá una importante fábrica en el estado de Nuevo León, México. Tesla es una empresa que produce principalmente automóviles eléctricos, diferentes componentes para la fabricación de este tipo de vehículos, paneles solares, y dispositivos de almacenamiento eléctrico.

Con una inversión de 5 mil millones de dólares, esta fábrica tiene la misión de contribuir al objetivo global de la compañía. Específicamente, se trata de alcanzar una producción de 20 millones de automóviles para el 2030.

Actualmente, Tesla cuenta con centros de producción y operación en los estados norteamericanos de California, Texas, Nevada, y Nueva York. Asimismo, tiene unidades productivas en China y Alemania.

Antes del anuncio en el que se definiría oficialmente a Nuevo León como la sede de la nueva fábrica, hubo una dinámica política interesante. En particular, el gobierno federal informó que dicha planta tendría que localizarse en otra entidad del país debido al problema de escasez de agua en Nuevo León.

Esta entidad vive en una permanente crisis de agua derivada, entre otros factores, por la falta de aplicación de un adecuado plan de desarrollo hídrico.

Dicha situación generó una intensa discusión pública. Desde debates en torno a la carencia del líquido hasta discutir lo relevante que significa que Elon Musk, el hombre más rico del mundo y dueño de Tesla, se haya fijado en México.

Sin embargo, hubo una situación que llamó mucho la atención. Específicamente, sorprendió ver a analistas y autoridades promocionar a diferentes estados para que en estos lugares se estableciera la fábrica.

La escena fue como si se tratara de un juego de supervivencia. Diversos personajes expusieron eufóricamente las ventajas, características, y hasta la gastronomía de los lugares con el propósito de convencer al gobierno central y a la empresa de que sus estados eran la mejor opción. Fue un desfile de súplicas para que tal inversión aterrizara en sus localidades y así estas puedan sobrevivir.

Cuando por fin se confirmó que Nuevo León sería el elegido, la euforia aumentó. Actores políticos celebraron esta noticia. Por ejemplo, se dijo absurdamente que con la llegada de este corporativo, el destino de la niñez y de las futuras generaciones se transformaría y que habría un impacto enorme en la generación de empleos. En otras palabras, prácticamente se dio a entender que el destino del país estaba en manos de esta empresa privada.

La euforia que provocó en las autoridades la inversión de Tesla se debe a su propia infantilización. Las políticas de austeridad, el debilitamiento del aparato público, las políticas y leyes que benefician el equilibrio fiscal, y la falta de una política industrial moderna han hecho pequeña o infantil la visión del sector público. Por lo tanto, se cree erróneamente que una empresa puede sacar al país de su estancamiento social, económico, y tecnológico.

Qué bueno que Tesla invierta en México. No obstante, los gobiernos deben adoptar una visión de las cosas mucho más elevada. Para lograrlo, no deben olvidar que ellos son los verdaderos capitanes y encargados del diseño de la embarcación.

Jesús G. Reséndiz Silva

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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