La última década ha sido una de desasosiego en la vida política de Puebla: un hombre, Rafael Moreno Valle Rosas, llegó al poder no como dictaba su ADN priista, sino en la bandera del panismo más radical del que hasta entonces se tuviera noticia.
Y en herencia vio como beneficiario primero a José Antonio Gali Fayad, su compañero de correrías, y luego a su propia esposa, Martha Erika Alonso Hidalgo. Fallecida la pareja en circunstancias no muy claras, asumió el poder Guillermo Pacheco Pulido, un priista, luego Luis Miguel Barbosa Huerta, en ex priista converso a Morena previo paso por aquello que se llamó Partido de la Revolución Democrática.
Desde 2010 no ha gobernado Puebla ningún político fiel a sus convicciones, congruente, que defiende una ideología en aras de construir un proyecto que beneficie no sólo a su grupo político, sino a los casi 7 millones de habitantes del estado. Aunque tampoco se puede decir que Mario Marín Torres, hoy preso, sea un ejemplo de buen gobernante.
Estos vaivenes y el comportamiento del electorado de alguna manera permiten entender que en la elección de 2024 serán demasiados los saltos de un partido a otro. O sea, los políticos brincan porque pueden.
Si los estatutos del PRI y Morena no han cambiado en la última década, ¿cómo fundamentan su metamorfosis políticos como José Chedraui Budib ahora aspirante a la alcaldía por Morena?, ¿por qué José Juan Espinosa Torres, quien simpatizó con Morena, decide regresar al PRI? Sin cambios en los partidos que alguna vez les dieron cobijo, ¿qué ya no les pareció adecuado?
¿Basta, como escribió Grace Palomares en sus redes sociales, pensar que «uno está en donde se puede trabajar y dar resultados! (…) pero los ciclos se cierran y está bien!»? Ella, que nació en el PRI, creció en Nueva Alianza y ahora milita en Movimiento Ciudadano…
Acaso sólo pasó que un día cualquiera despertaron y se encontraron irreconocibles, náufragos, perdidos, sin ganas de asirse a aquello en lo que creyeron alguna vez para llegar a posiciones de poder y de toma de decisiones que afectan a millones de personas.
Si así fuera, ¿por qué los electores debieran creer que ahora sí encontraron el camino que les permitirá primero servir a la gente y luego defender sus ideales?
AL MARGEN
Durante 2023 en Puebla hubo 17 eventos asociados con la violencia político-criminal, de acuerdo con la versión más reciente del reporte Votar entre balas que elabora la asociación civil DataCívica. El análisis se enfoca en la situación de precandidatas y precandidatos ante el proceso electoral federal que empezó en septiembre de 2023. Eso, y fue un año preelectoral.