El más reciente informe Evaluación Nacional de Amenazas por Drogas 2025, publicado por la Administración de Control de Drogas (DEA), deja claro que el crimen organizado utiliza cada vez más las criptomonedas tanto para lavar como para mover las ganancias del tráfico de drogas.
El crimen organizado lava hasta 25 mil millones de dólares al año utilizando activos digitales. Para dimensionar: según Forbes, Carlos Slim Helú y su familia tienen una fortuna estimada en 82 mil 500 millones de dólares; la de Germán Larrea, dueño de Grupo México, es de alrededor de 26 mil 600 mdd.
No es sólo la DEA la organización que ha advertido sobre el uso de las criptomonedas con fines de blanqueo de capitales. “Dada la gran velocidad a la que aumentan los tipos de cambio ―algunas criptomonedas han registrado crecimiento de 10 mil por ciento―, es muy fácil justificar un incremento repentino de la riqueza con criptomonedas”, señala la ONU.
Esta, que pareciera una realidad aparte, nada cercana, está más cerca de lo que parece: en abril pasado el secretario de Seguridad de Puebla, Francisco Sánchez González, dijo que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) podría estar involucrado en la operación de granjas clandestinas de criptomonedas descubiertas en el municipio de Juan Galindo.
Quienes instalaron las granjas en Puebla se atrevieron a robar la energía eléctrica propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Aún no se dan a conocer los avances o resultados de las investigaciones; sin embargo, la presión que ejerce el gobierno de Estados Unidos contra organizaciones criminales, como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, pronto se dejará sentir en el estado de Puebla.
Queda como anécdota que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), controlado por Martín Esparza y Humberto Montes de Oca, ha señalado que “está centrado en la defensa de la soberanía energética de nuestro país, el fortalecimiento de la Industria Eléctrica, la promoción del Derecho Humano a la Energía y el impulso a una transición energética y democrática (…)”.
Ajá, ni modo que aceptara su culpabilidad.
Al Margen
“Yo no tengo ninguna obligación personal de ser austero. Yo era franciscano porque como hijo del pueblo estábamos bien fregados de ingreso económico. Y éramos franciscanos, no porque quisiéramos, sino porque esa era nuestra condición, éramos pobres”: Gerardo Fernández Noroña.
Y así es como se desnudan: lo franciscano no era por ideología, sino porque “es lo que hay”.