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Sofonisba

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  • Coral Aguirre

Sofonisba (1532 o 35-1625) es tan familiar para mí que siempre pensé que ya había escrito sobre ella. De alguna manera inicia el Renacimiento para nosotras las mujeres artistas. No tiene escuela por supuesto como sí la tienen los grandes pintores de su tiempo, pero es una privilegiada. Solo las niñas de clase alta y con fortuna pueden darse ciertos lujos como pintar, aunque lo hagan de puro corazón. Pero ellas, esas niñas, tienen que cumplir rigurosamente con una ley consuetudinaria: su capacidad artística debe ir de la mano con la de la piedad y la virtud, sus perfecciones sociales y profesionales deben corresponderse. El menor descrédito, la huella de un posible escándalo las hundiría en el aislamiento a pesar de la educación recibida y sus talentos naturales. ¿Se les pide acaso arte a las mujeres? No, se les pide recato y servidumbre en la clases altas y en las bajas.

Por otra parte, como todas las artistas anteriores a nuestros tiempos un poco más benignos con nosotras, nuestra pintora sufre a lo largo de los siglos la anonimia, y lo que es peor, el desconocimiento. No importan las innumerables citas sobre su vida en su siglo y los posteriores, este copioso material no incluye valoraciones sobre su obra.

Pues entonces en qué innova Sofonisba sin los recursos y procedimientos de los grandes como Durero o el Tintoretto, sin el diálogo con las obras de su tiempo y sus creadores, sin el apoyo de una crítica que la colocara en igualdad de condición con sus colegas, en el puro silencio en que transcurre su producción. Ella logró hacerse notar por las nuevas normas que impuso a los retratos de mujer, a su incomparable galería de rostros femeninos, en la variedad de sus rasgos y sus caracteres, porque se autorretrató de la manera más original cuya urdimbre sorprende todavía como el famoso cuadro "Bernardino Campi pintando a Sofonisba Anguissola". Allí un pintor, un hombre pintor con su pincel en acción no mira a su modelo sino a su espectador al igual que Sofonisba a su lado. Maestro y discípula, ella los plasma y se plasma, sabe que la imagen femenina debe multiplicarse. Allí, en la tela, ella se pinta como si estuviera siendo pintada, y como tal reconoce su condición de sujeto donde su objeto es ella misma. Desde la pintura viene a ser una de nuestras feministas más empecinadas.

A veces sus obras llegan a museos y pinacotecas bajo un nombre genérico como pintor veneciano o florentino anónimo y todos sacan sus monóculos con orgullo varonil y señalan posibles hipótesis como, Es un Veronese, es un Tintoretto, hasta que un estudioso sin criterio misógino, como fue el caso de Giovanni Morelli con "Bernardino Campi pintando…" revela que la obra fue pintada por ella, esa mujer en la tela, la Sofonisba que multiplica los rostros de mujeres entre los cuales el suyo, en innumerables autorretratos.

Su padre, un noble que pronto quedó viudo marca el destino de Sofonisba y sus hermanas; enamorado de los ideales humanistas del Renacimiento dio a sus hijas la oportunidad de inclinarse por las artes y varias de ellas lo hicieron por la pintura. El caso de Sofonisba es digno de contarlo a detalle. Su progenitor le pide a Miguel Ángel que le envíe a su hija algún dibujo que ella pueda colorear. Aquí me detengo para observar que el gran pintor vivía ayudando a jóvenes con talento para que persiguieran su vocación. De modo que Miguel Ángel envía a la joven el pedido de pintar un niño llorando y ella en respuesta le regresa luego su famosa obra "Niño mordido por un cangrejo" alrededor de 1559.

Su fama creció entre los nobles teniendo en cuenta que aparecía como una niña prodigio desde sus primeras pinturas. Invitada a la corte de España por el Duque de Alba, de este período nos queda un autorretrato que no me canso de observar. Se trata de Sofonisba sentada frente a un teclado, seguramente una espineta puesto que el piano será un invención posterior. Su rostro es de tranquila felicidad apuntando hacia nosotros, su ropa oscura hace resaltar los puños de voladitos blancos y sus manos abiertas en acorde la izquierda, y en sucesión de notas la derecha. A un costado se vislumbra apenas una anciana de cofia antigua.

Entonces decido quedarme con esta imagen que aspira a todo lo que en aquellos y en todos los tiempos hemos querido para nosotras, miles de conciencias femeninas no dispuestas a ser sólo la que teje y borda, tiene hijos y atiende casa y marido, sino la que sueña libre en un cielo de colores, formas y sonidos.

Y si alguien aseguró que era la más grande retratista de su tiempo, sólo Tiziano alcanzó la gloria de ser nombrado el primero que hizo del retrato una obra de arte. Soffonisba Anguissola debió esperar siglos para que se rescatara el esplendor de los suyos.


Coral Aguirre

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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