La tragedia de España es que después de la Segunda Guerra, a los aliados Franco les gustó más que los demócratas españoles.
Almudena Grandes
Almudena, de origen árabe como era de esperarse por la sílaba “al” con que comienza, vendría a ser pequeña ciudad o ciudadela. La Virgen de Almudena es la patrona de Madrid.
Por lo tanto María Almudena Grandes Hernández, nacida en Madrid en 1960, lleva muy bien el nombre con que se consagró y cuyas resonancias siempre me resultaron extrañas. Quizás por eso la leí tarde apenas hace un par de años. Y claro, de su profusa narrativa elegí Malena es un nombre de tango, novela de más de 700 páginas, por mi índole sureña y tanguera. Hubiera preferido conocerla por Las edades de Lulú, novela erótica que hubo de consagrarla en 1989 y considerada entre las cien mejores obras de carácter erótico en lengua española. Bigas Luna, el gran cineasta español, la llevó al cine en 1990, y ella fue coguionista obteniendo junto con Luna la nominación a los premios Goya al año siguiente.
Haciendo honor a su condición de mujer, en la medida en que nos aventamos a husmear allí donde no se nos ha llamado, Almudena tuvo una fuerte inclinación en su literatura por recuperar esa España de capas negras promovida por el dictador Francisco Franco, no para quedarse en ello sino para explicarse y explicar ese pasado oscuro que se aloja en la España del presente y que no ha querido ser develado por los hombres de Estado que pudieran y pueden hacerlo. Tampoco por muchos intelectuales que, por oposición a su obstinación en tratar este tema, evitaron la confrontación con el tenebroso pasado.
Gran parte de su trayectoria tiene que ver con su condición de periodista del diario El País. Acaso por su presencia permanente en la escena diaria de su tierra ha sido tanto y tan bien leída, además de sus textos no solo publicados con buena recepción, también por el cine que ha llevado una media docena de ellos a su pantalla. Pero más allá de ello, Almudena se soñó escritora desde que tuvo conocimiento de la escritura a través de sus padres que eran poetas aficionados. Y persistió en ello cada día.
A partir de su primer gran éxito, sus novelas se sucedieron sin pausa y sin prisa. Tanto el cine como el teatro se ocupó de adaptarlas en varias ocasiones, ganando de este modo un reconocimiento que no ha hecho sino aumentar hasta el mes de noviembre del presente año donde sorpresivamente decidió partir de manera definitiva.
Acaso una vida tan plena de premios, aplausos y reconocimientos de toda índole no debía alargarse. Ella misma expresó en una ocasión que desde el primer momento cuando publica su novela inaugural la vida le regaló el privilegio de vivir tal cual quería y agregaba que era una deuda imposible de saldar. ¿La habrá saldado al irse tan pronto?
Se encuentran pocas referencias de su vida personal. Como si los avatares propios de cada ser humano apenas la hubieran rozado. Sus íntegros 60 años parecieran ser un cuento de hadas. Entre éxitos y trabajo periodístico discurre su vida aparentemente sin complicaciones. Se casó en 1996 con el poeta Luis García Montero, con el cual gestó una hija un año después. Ambos ya contaban con progenie de relaciones anteriores. En apariencia nunca tuvieron problemas para compartir su hogar con los hijos de ambos, ni tampoco para dividirse entre Granada donde dictaba clases Luis y Madrid, feudo inquebrantable de Almudena.
En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa. Su condición femenina, como apuntábamos más arriba, la puso del lado de los vencidos, las perseguidas, los despojados de bienes y derechos. Fue de izquierda, rebelde y contestataria. Fue intensamente republicana. Toda su obra apunta a la revelación política de la injusticia. Y tampoco se olvidó de mirar hacia América Latina, donde llegó en diversas ocasiones. Chile y México la recibieron en sus Ferias Internacionales del Libro, y nuestros periódicos se ocuparon largamente de su proyección y trascendencia.
La noticia de su muerte sucedida hace un mes conmovió nuestras letras.
Coral Aguirre