Política

El negocio del dolor

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • El negocio del dolor
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Saber por qué hace la gente lo que hace es algo muy complicado. En la realidad es un proceso largo y complejo que a veces se logra durante los procesos analíticos, pero en general ni las personas mismas pueden dar cuenta de por qué hacen lo que hacen. No en el sentido de conocer la raíz de sus motivaciones, sí en el ámbito de justificar su actuar: “lo hice porque es mi deber”, “porque así me lo enseñaron mis padres”.

Así, tratar de conocer las raíces psicológicas de por qué el actual presidente de los Estados Unidos y no otros, le ha declarado la guerra al fentanilo es una aventura arriesgada. Lo que sí podríamos hacer es reconocer el camino que llevó a ese país y su gente a enfrentar la llamada “crisis de los opioides”.

Fármacos que salieron al mercado parar atenuar las dolencias de enfermos de cáncer o en etapa terminal, de la noche a la mañana ya estaban siendo recetados y consumidos por pacientes con dolores de espalda, de muelas, lesiones en los tobillos, en fin, se convirtieron en un analgésico “de última generación” que prometía curar el dolor de existir, a cambio de una gran posibilidad de generar adicción.

A pesar de que en el país vecino la venta de fármacos está regulada y controlada, estas pastillas mágicas brotaban como fuga de agua en la calle, solo que en lugar de llevar el líquido tenían fentanilo. Al prohibirse la venta en las farmacias el gobierno solo abrió la llave de entrada al comercio ilegal y todo lo que esto conlleva.

Bueno no hay que perderse en este entramado y centrémonos en el objetivo de este escrito: el negocio del dolor. Si prosperó la venta de estas pastillas es porque existe toda una estructura que encuentra en el dolor su razón de existir, subsistir y generar ganancias.

Y desde luego quienes nos dedicamos a las terapias psi contribuimos en mayor o en menor medida a sostener esta ilusión de evitar el sufrimiento humano, al grado tal que las personas sostengan en la ciencia o en pseudo ciencias su anhelo de vivir sin dolor, sin el dolor de vivir.

Hace no mucho tiempo en este mismo espacio comentaba a propósito del escándalo desatado por el proceder de una Doctora en Psicología que recetaba fármacos, que lo realmente preocupante es lo extendido que está el uso de medicamentos “controlados” y lo fácil que es tenerlos con una receta del médico de farmacia.

Pero no solo eso es lo peligroso, el actuar de los terapeutas no puede ser considerado inocente. Sin duda alguna podemos considerar como lo más dañino la creación de las religiones psi -cualquiera que estas sean- que promueven el imperio de la felicidad terrenal, la erradicación del dolor y el disfrute sin consecuencias. Aquí hay un punto a favor de las religiones antiguas, al menos tenían en claro que existir dolía y por eso prometen una trascendencia en donde no hay dolor.

También construyen, cimientan o fortalecen a esta industria los terapeutas que reciben en sus consultorios a personas deseosas de restaurar un ego que creen dañado por el actuar de los demás, o se encargan de recibir a los hijos que los padres no quieren atender, o al deportista hambriento de más medallas, marcas y lujos. Y todos aquellos que se pasan los días en las redes sociales prometiendo jardines celestiales y obligando a la gente a ir a terapia, a consumir, a comprar, a sentirse mal, para volver a comprar y volver a consumir, como una droga.

Todo para mantener con vida al negocio del dolor.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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