Sociedad

Itchy & Scratchy & Marge Simpson & Fabian Cháirez

Fabian Cháirez
Fabian Cháirez

“Itchy & Scratchy & Marge” es el noveno capítulo de la segunda temporada de “Los Simpson”. En él, Marge Simpson emprende una cruzada contra el show de animación Itchy & Scratchy, sátira ultragore de Tom & Jerry de por sí sádicos, asegurando que la violencia de sus chingadazos perturbaba la mente de los niños adictos a las mutilaciones del lunático ratón contra el gato que peca de menso. Marge funda la organización sin fines de lucro Nonviolence, Understanding, and Helping (SNUH), de la que se convierte en líder despertando la conciencia de otras madres de Springfield dispuestas a mantener a sus niños lejos de malas influencias. La aplanadora familiar terminar por cancelar el show de Itchy & Scratchy. Todo es una postal de soleada y sana armonía como en la peor pesadilla del abogado Lionel Hutz, hasta que el museo de arte de Springfield anuncia la llegada del “David” de Miguel Ángel con todo y sus pornográficos genitales. Las madres inscritas al SNUH le exigen a Marge se pronuncie en contra de la escultura que infringe los códigos de prudencia y sanas costumbres de Springfield. Marge se niega. La líder del SNUH asegura que el “David” es quizás una de las obras de arte más importante en la historia de la humanidad y todos deberían de verla: “Les dije que se pondría débil al ver esos genitales”, dice la chismosa de Helen Lovejoy, esposa del Reverendo Lovejoy.

Y 37 años después del lanzamiento del episodio “Itchy & Scratchy & Marge”, en el invierno del 2017, Ana Zuccaro, de 26 años, y Mia Merrill, de 30, lanzaron una petición digital en la plataforma The Petition Site, en la que solicitaban al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el afamado MET por su sus siglas en inglés, remover o desmontar el cuadro de 1938 “Thérèse Dreaming”, del pintor polaco-francés Balthus. Según las autoras, la pintura de una adolescente relajada con las piernas semiabiertas, una de ellas apoyada sobre una mesa, mostrando algo de axila y algo de bragas: “Romantizaba la sexualización infantil”. Lo de romantizar es una cortesía que se queda corta. Las adolescentes de Balthus son finos puñetazos que caen en esa parte de la cabeza donde negamos las contradicciones de nuestro placer. Esa fascinante dislocación es uno de los pervertidos talentos de Balthus. A pesar de las insistencias de Zuccaro y Merill, el MET se negó a bajar el cuadro. La petición tenía una meta de 12 mil firmas, de las cuales lograron reunir 11 mil 626 y la mitad de los comentarios argumentaban que la petición rayaba en cierto puritanismo disfrazado de progresismo y ofensa contemporánea. Las autoras tuvieron que actualizar la petición con el siguiente párrafo:

“¡No estoy pidiendo que esta pintura sea censurada o destruida! Estoy pidiendo a The Met que sea más consciente en la forma con la que contextualizan las piezas”.

Los cuadros de Fabián Cháirez, en especial aquellos que formaron parte de la colección “La venida del señor”, que hasta el 5 de marzo de este 2025 estuvo en los muros de la Antigua Academia de San Carlos también son de una perversidad incómoda y deliciosa. Sus hombres en ropones católicos lamiendo cirios como si fueran dildos gigantes se contraponen a todos esos mandamientos que condenan cualquier tipo de placer que no sea reproductivo, y que alimenta buena parte de la homofobia mexicana. Además que logran recrear el mismo efecto de excitación que produce desobedecer las reglas morales de la Iglesia católica. En especial cuando eres adolescente, en especial cuando descubres que eres todo eso que llaman pecado. Y te gusta.

“La venida del señor” fue cancelada días antes del fin de la exhibición. La orden fue emitida por un juez que actuó a favor de los amparos promovidos por la Asociación de Abogados Católicos de México, argumentado que: “La libertad de expresión tiene como límite el que no rebase y afecte la reputación y el derecho humano del honor de los católicos”. Días antes un grupo de católicos se manifestaron en las instalaciones de la Academia de San Carlos con pancartas en las que se leía: “Esto ofende mi fe”.

Al igual que Itchy & Scratchy (en México les decimos Tom y Daly) y la petición contra el cuadro de Balthus, la protección de las infancias y adolescencias también salieron a relucir en las denuncias contra la exposición de Cháirez.

Suponer que cualquier manifestación artística puede ser un detonador de conductas nocivas mediante la imitación es pensar que todo humano es un idiota que traga cualquier influencia sin masticar. Cierto que la pequeña Maggie Simpson, que tras algunos minutos sometida a la violencia infantil de Itchy and Scratchy intenta replicarla machacando la cabeza de su padre, Homer Simpson, pero es una bebé de meses con chupón. Y una caricatura. Lo cierto es que desde Marge Simpson hasta Fabián, la constante es la tentación de la censura como herramienta de lucha sin cuestionar su inevitable conservadurismo. El dial político desde donde se ejerce es lo de menos. Al final hay un deseo de callar con el mismo dedo flamígero con el que un sacerdote exige, silencia y culpabiliza a los feligreses. Y el miedo por parte de la izquierda a la confrontación de ideas, a la diferencia que no se conforma con las redundancias extravagantes, el miedo a verse fuera de la modernidad, nutre al conservadurismo cada vez más fortalecido en su comunidad.

Al final el “David” de Miguel Ángel logra vencer la censura, pero Itchy and Scratchy regresan a la televisión aún más sangrientos. El museo de arte de Springfield se ve completamente vacío excepto por Marge y Homer como la Academia de San Carlos sin la exposición de Cháirez. Y la pequeña Maggie fantasea con su siguiente crimen.


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Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
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