El Gobierno de Claudia Sheinbaum anunció que analiza la posibilidad de imponer aranceles a los automóviles, el acero, los electrodomésticos y otros productos provenientes de Asia, en un movimiento muy parecido a la estrategia de Trump, que afectarían nuestra relación comercial con países como China, Japón y Corea del Sur.
Esto se puede leer como una forma de fortalecer la industria nacional, frente a la extranjera.
Por ejemplo, los vehículos chinos al ser más baratos están ganando cuota de mercado, pero casi no hay armadoras chinas en México, salvo una planta de JAC (Giant Motors) en Hidalgo, por lo que se podría pensar como una manera de proteger empleos en México.
Sin embargo, eso solo implica pensar en las empresas y en los trabajadores de las mismas, pero se olvidan de los consumidores, es decir, al elevar los precios de entrada de los autos de China y otros países, provocan que los precios de los vehículos sean mayores y menos familias tengan acceso a autos o que tengan que desembolsar más dinero, reduciendo el gasto disponible en otros productos.
En una economía abierta, los consumidores ganan siempre y ello repercute en beneficio de la economía nacional, podrán en ocasiones perderse empleos en algún sector, pero se generan más empleos en otros que compensan las perdidas, por tanto, la política de imponer aranceles altos encarece los productos, genera inflación y afecta a los consumidores y a la economía.
No tenemos por qué seguirle el juego de los aranceles a los Estados Unidos, porque dicha política está generando una recesión en nuestro país, ya que debido a la incertidumbre muchas empresas han dejado de invertir en espera de tener más claro el panorama y las pocas empresas que han seguido invirtiendo paradójicamente son las asiáticas, de tal forma que lo que debemos hacer es potenciar esas relaciones comerciales alternas, en lugar de frenarlas, apostando por la diversificación.
@victorsanval
