“Recuerda Solín”, instruía Kalimán a su adolescente acompañante, “la habilidad y la inteligencia son más valiosas que la fuerza bruta”. Y el equipo de la presidenta Claudia Sheinbaum reiteró esa enseñanza básica en la situación en la cual el malvado Donald Trump nunca fue atacado, provocado, enfrentado con algún despliegue del tipo de retórica o acciones adelantadas desplegables contra los villanos.
Telequinética, Sheinbaum movió a la opinión pública y se trasladó al lado comparativamente positivo respecto de quienes, canadienses o ucranianos, no han sabido utilizar la fuerza del oponente asimétrico. Herramienta también del héroe de turbante blanco, con su arte marcial permitió abrir el ritmo de la negociación implícita y aprovechó la comprensión de fuerzas internas de los mercados y las empresas automotoras.
Dentro de la comprensión de la personalidad del presidente del país hegemónico y sin separarse de la defensa de la básica soberanía, Sheinbaum flotó para dotarse de una útil mirada estratégica a ojo de pájaro. Cautamente concisa, reivindicó dignamente una voluntad nacional amenazada.
Capaz de las herramientas hipnóticas de la razón, la mandataria mexicana ya estaba lista para detonar la colectiva voz popular con el respaldo de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, en el Zócalo dominical, cuando al equipo de Trump lo convencieron de reconocer las ventajas de abrir y extender diálogo con la jefa del Estado mexicano.
“A veces, pequeño Solín, los hombres se vuelven bestias”, decía Kalimán a su aprendiz para referir la naturaleza de los rivales.
La historieta de color sepia del llamado “hombre increíble” dejó una colección de frases y villanos —representantes de fuerzas oscuras y perversas, encarnaciones de codicia, traición y ambición— cuyas características pueden ser reconocidas, con sus matices, en el contexto internacional o en el quehacer impositivo y negociador de Trump.
Nila, una reina de la trama, envenenaba lenta pero implacablemente a sus enemigos. Trump coquetea aún con imponer sanciones económicas graduales. Obliga concesiones y subordinación.
El Tigre de Hong Kong recurría al engaño para expandir su dominio, de forma similar al intento del proteccionista ante reglas de apertura del comercio internacional. El Conde Bartok, en Kalimán, es un vampiro en busca de controlar la voluntad de sus víctimas con su hipnótico poder. El magnate estadunidense es menos dominador de mentes que poderoso. Es exitoso con un mini segmento opositor.
Con su “serenidad y paciencia” Sheinbaum permitió la convocatoria de todos los sectores. Quien domina la mente lo domina todo, se sabe. Los aranceles no van. Por ahora. Una pausa. Para otra ocasión. Para analizar hacia el 2 de abril cuando el “malvado” revele tarifas para todo el mundo. El domingo, a celebrar. Reconocer la historieta y la historia sepia. La festiva unidad en el Zócalo.
Lecciones de “¡Kaaaliiimaaan!”.