Diversos sucesos en los días recientes parecen cimbrar ciertos pilares fundamentales de la convivencia. De pronto la salida a la luz pública de los hechos delictuosos de elementos de la Marina Nacional plantea un fuerte desmentido a la confianza del régimen mexicano en las fuerzas armadas en tanto se les acepta como baluarte de la patria y dedicadas al cuidado de la República. Siempre se podrá decir que son solo un puñado de miembros de esas fuerzas quienes por razones del clima social se dejan encandilar por los grupos delictivos y caen en eso, en el delito. Las instituciones se mantienen fieles a su juramento de “La Patria es primero”.
Explicaciones sobran. Argumentos surgen de varios lados para justificar o para acusar. Decisiones, a veces tibias, a veces con base en el consabido “son inocentes mientras no se demuestre lo contrario”. Posturas de autoridades y de personeros de uno u otro bando “deshojan la margarita” mientras el árbol del crimen se repone y se vuelve a poner frondoso. ¿Es posible lograr la convivencia entre justicia y libertad?
La justicia en muchos de los casos en los cuales se tejen hebras de las instituciones políticas se ejerce con los cuidados necesarios para evitar una lectura desesperanzadora de los hechos. Por eso se tiende un velo dramático sobre la república, y a la vez se permite frases tan usuales como: “llegaremos hasta el fondo y atraparemos a los responsables sin escatimar esfuerzos para evitar la repetición de estos hechos y conseguir que todo el peso de la ley caiga sobre estas personas”.
Se dice y se acepta la articulación entre libertad y justicia. Libertad sin justicia es libertinaje, justicia sin libertad es opresión. Sin libertad y sin justicia es desorden y cuna de dictadores. Y, se acepta a la política como el mezclador perfecto de ambas virtudes. Y de ahí la importancia de los actos del político a fin lograr y mantener un equilibrio entre libertades y “ajustes” de las mismas para evitar libertinaje y corregir las injusticias. Hoy la apuesta gubernamental de entregar la administración de ciertas áreas de la encomienda gubernamental a las fuerzas armadas está cimbrada y necesita revisarse.
La pobreza, la falta de trabajo, la desesperanza y la opresión son motivos para manifestación del enojo (véase los hechos esta misma semana en Francia) con violencia y repudio del gobierno (responsable de ajustar libertades y justicia) incapaz de elaborar propuestas convincentes.
Los males provocados por una política que, no obstante mantener las libertades del pueblo, no genera propuestas capaces de promover y lograr la justicia, resulta en repudio de esas propuestas justas sea por razones económicas, políticas o prácticas. De ahí la importancia de elaborar políticas capaces de incrementar la justicia social, en especial de la población en pobreza. Sin duda la política social del gobierno mexicano con la entrega de remesas a la población en pobreza hace justicia a esa población.
Por otra parte, esa política justa no es “universal” es decir no alcanza a todos los segmentos poblacionales en situación de pobreza, pues tiene un límite en la cantidad de apoyo económico disponible para ese efecto. De ahí la importancia de no quedarse en las entregas de efectivo a cierta población, y sí buscar nuevas áreas vulneradas para atenderlas con otros recursos, al menos parcialmente.
En la propuesta de la llamada Nueva Escuela Mexicana hay una pista. Ese modelo pide la cercanía entre estudiantes y la comunidad en la cual está enclavada la escuela y las familias de los escolares. Se trata de proveer a los estudiantes de una mirada desde la comunidad, comunicada por los miembros de esa comunidad, a fin de facilitar una práctica educativa vinculada a las situaciones de la comunidad y no sólo a las materias de los libros.
La situación de la comunidad plantea diversas situaciones educativas propicias para el aprendizaje de los estudiantes. El contacto de escolares y miembros adultos de la comunidad en la cual la escuela está enclavada permite a los escolares caer en la cuenta de las situaciones vividas por esa comunidad. Entre estas seguramente habrá necesidades que pidan una reflexión y un estudio particular, y sean temas propicios para plantear soluciones o acciones que atenúen los efectos negativos.
Un ejemplo sencillo: En esta temporada de lluvias, un día y otro también, se reportan males provocados por inundaciones, deslaves, socavones, y otros. Por eso, comunidad y estudiantes pueden reunirse a establecer la situación y estudiar causas y consecuencias, con lo cual pueden reflexionar juntos sobre soluciones o atenuantes. Así, la comunidad reflexiona y los estudiantes analizan una realidad y la posibilidad de mejorarla a partir de los estudios realizados en el aula. Y es un ejemplo de convivencia entre adultos y jóvenes, entre maestros/as y autoridades de la comunidad.
¿La clave? Convivir entre adultos y estudiantes (infantes y jóvenes) para conversar sobre los problemas, las soluciones y las posibilidades de actuar en consecuencia.