La patria está en confusión. O así parece. Ocurren sucesos poco frecuentes tales como los aranceles norteamericanos a los productos que les venden los mexicanos. Como la suspensión de dichos aranceles mediante alguna negociación telefónica, según dicen. El gobierno, o alguna parte de este, entrega a 29 personas encarceladas y en su momento juzgadas por delitos contra la salud y algunos también por homicidio. Ahora seguirán el proceso en los Estados Unidos. La seguridad mexicana, en todas sus diferentes oficinas y cuarteles, ha entrado en acción para dejar en casa los abrazos y ejercitarse con un montón de balaceras por diferentes rumbos del país en pos de los delincuentes organizados, con la consiguiente zozobra, arrestos, heridos y lamentablemente fallecidos en ambos bandos.
La patria está en acción. Los sindicatos de maestros piden se canceles las recientes reformas al ISSSTE (el instituto de seguridad social para empleados del gobierno federal) pues implica menos atención, o la misma pero con un ligero costo, para los beneficiarios de ese instituto federal. Los empresarios, no muy comunicativos, se dan las mañas para decir y hacer ver a población y autoridades que las modificaciones al comercio internacional por causa de los impuestos que pretende establecer el del lado norte de nuestra casa común, le darán un bajón a las oportunidades de empleo, a la producción de piezas exportables, hoy por el impuesto gringo más caros y por tanto menos oportunidades para los hombre y mujeres del dinero
No se diga del sector de migración. Los mexicanos les damos la mala noticia a los fuereños que ya no hay “de piña” solo lo que diga el hombre “naranja” (Gil Games dixit) pues hasta ahora dice cero migrantes, y lo que ya llegaron vamos por ellos para regresarlos con o sin sus “chivas”, con o sin su familia, todos con una etiqueta indeleble que dice: “indeseable”. Y claro los que quería irse a los USA ya se quedaron quietos.
Los compradores – vendedores de armas que acaban en manos de personas y organizaciones non gratas para los mexicanos. El gobierno mexicano los emplazó a juicio y el aparato judicial – allá sí funciona – validó la petición en vista del daño producido a personas – miles – al país en su economía y a la seguridad. El juicio está en sus últimas instancias, pues el argumento de los vendedores: “nosotros vendemos; no somos responsables de lo que ellos hacen con su compra”; lo combate la queja mexicana al afirmar: “no se puede ocultar el efecto antisocial, del uso de lo vendido, pues si tuvieran reglas firmes, por ejemplo que la venta estuviera acompañada, de restricciones para las armas más letales (por ejemplo, vender sólo a instituciones de seguridad que justifiquen su uso y un número reducido) no habría ese incremento de la delincuencia. En fin, jueces hombres y mujeres al fin, algo dirán.
Por ahí están cosas muy menores. Qué sí a la reelección en 2027. Qué sí a la elección jueces en sus distintos grados y trabajos ahora en junio, con ayuda de un INE en casi quiebra por el chistecito, y un modo tan democrático que es confuso, largo, costoso y parcial pues no hay modo de que se instale el número de mesas electorales para la cantidad de posibles votantes. Ya están comunicando al personal mexicano cómo son las boletas y cómo se deben usar. Galimatías se queda corto.
Por qué les parece mejor una votación imposible de organizar de modo que se cumpla el propósito declarado de mejorar el servicio judicial, que una mejor y más exigente preparación primero y una permanente demostración de limpieza, equidad y cumplimiento de la ley en su trabajo. Nombramientos por tiempo limitado y concursos por los puestos organizados precisamente por el INE, y sólo para quien tiene “medallas” no para el simplemente “aguanto” no años el estar sentado sin beneficio. Y desde luego una evaluación, no al final de su periodo, sino al final de cada asunto tratado. Por ejemplo, si un participante en un juicio, independiente de si “gano o perdió” es capaz de hablar bien del juez y del proceso, en base a puntos centrales que, aquí dondequiera, le dan limpieza y certidumbre al proceso legal.
Los gobernadores y presidentes no saben nada de lo judicial, aunque lo hayan estudiado en la universidad, porque lo político tiene otra muy distinta “tabla de desempeños y aspectos a cuidar con el alma”. El pueblo, si ha participado en asuntos legales sí sabe de lo judicial, porque lo sufre, aunque gane el pleito.
Un votante, miembro del pueblo, no tiene por qué saber quiénes son los aspirantes por elegir. Y el proceso no ofrece ninguna oportunidad real de que ese votante popular se entere más allá del nombre. Ni modo. Así será. Al menos tomemos nota para no permitirlo más.
El momento de la patria es confuso. Con todo y mañaneras y mítines. La confusión se reduce con información fidedigna, con aceptación de errores y con cambios para suprimir los errores. Si no pasa, seguirá la confusión.