Llevar el cuidado al centro de nuestras políticas públicas es un imperativo para construir sociedades justas, igualitarias y sostenibles. Invertir en ellos es una medida viable, inteligente y redituable para la vida de todas las personas.
En el marco del Primer Foro “Cuidamos Nuevo León” hicimos un llamado a todos los sectores en esta labor inaplazable por la implementación de un Sistema Estatal; nos adherimos a la Alianza Global por los Cuidados, en la cual somos el tercer estado que se suma después de Jalisco y el Estado de México, y firmamos un acuerdo con el gobernador para instalar la primera Comisión Intersectorial, órgano que coordinaré para establecer en conjunto las políticas públicas en favor del cuidado en nuestro estado.
En este sentido, y desde una perspectiva legislativa, hemos colocado a los cuidados en el debate público para abordar el tema bajo una mirada de garantía de derechos humanos, como el primer peldaño para llegar a una transformación profunda y social, en la que los cuidados no sean un lujo, sino un derecho humano; a cuidar, ser cuidado y al autocuidado, que debe ser garantizado, protegido, promovido y respetado.
Hemos venido atendiendo el tema con propuestas y acciones específicas. Por ello quiero compartir con ustedes tres reflexiones importantes. Primero, decir que pudimos constatar que las cifras no mienten y nos encontramos ante una crisis de cuidados. Los datos oficiales indican que las condiciones laborales de las personas cuidadoras en Nuevo León son precarias y presentan brechas de género significativas. Por ejemplo, las mujeres ocupadas dedicamos en promedio seis horas semanales más que los hombres al trabajo remunerado y no remunerado, lo que conlleva una carga desproporcionada y limitante para nuestro desarrollo y autonomía, y lo que se traduce en una serie de barreras que afectan incluso a las niñas, en la capacidad de tomar decisiones en aspectos fundamentales de nuestras vidas, como el trabajo, la educación y el tiempo para el disfrute y la recreación.
Segundo, para entender por qué nos encontramos en una crisis en esta área, resulta primordial aceptar que los cuidados son el sostenimiento de toda una comunidad y del tejido económico y productivo del que no estamos acostumbrados a hablar, y el cual es invisibilizado, no reconocido y en su mayoría no remunerado. Por eso debemos promover los beneficios que tiene el valorar el trabajo de cuidados dentro de las economías, porque hoy en día no se contabiliza y siempre existirá alguien que sostiene la reproducción social y prepara la fuerza de trabajo para el mercado.
Tal y como lo dice el Inegi, que sí, valorizamos económicamente el trabajo no remunerado de realizar labores domésticas y de cuidados en nuestro país, se tendría un valor equivalente a 6.4 billones de pesos, lo que representa casi el 30% del PIB a nivel nacional y que representa por sí mismo un valor similar al que generan los sectores de la construcción y minería juntos. Asimismo, y de acuerdo con la CEPAL, se estima que si en América Latina se contabilizara ese trabajo de cuidados dentro de las economías, la pobreza en 18 países podría reducirse entre 1 y 2 puntos porcentuales.
Es decir, contar con un Sistema de Cuidados tiene efectos para reducir las desigualdades económicas, aumenta la probabilidad de movilidad social para las mujeres y nos permite avanzar hacia una responsabilidad compartida, que desfamiliariza y desfeminiza la carga de cuidados históricamente asociada con nosotras las mujeres.
Por último y tercera reflexión, a todas las empresas, familias, comunidades y sector público, de los tres niveles y órdenes de gobierno, continuemos reforzando con celeridad las alianzas que nos permitan llevar la implementación de este Sistema Estatal de Cuidados ya que, para lograrlo, se requieren reformas fiscales y recursos financieros que permitan al Estado asumir esta inversión y arropar en un paraguas todas las políticas de cuidados en un marco de previsibilidad y apropiación ciudadana, con el fin de trascender la lógica de los servicios y centrarnos en las personas, reconociendo que el cuidado es parte integral de nuestras vidas.
En resumen, los diálogos y las reflexiones de este Foro son solo el comienzo de un esfuerzo permanente y progresivo. Desde la Secretaría de Igualdad e Inclusión asumimos de frente, ante la desigualdad y la injusta organización de los cuidados, el que todas las personas desarrollen sus proyectos de vida con dignidad, libertad y alegría, hasta lograr alcanzar esa gran aspiración que tenemos de convertir a Nuevo León en el mejor lugar para nacer, crecer, educarse y vivir, para todas las personas que cuidan y aquellos que son sujetos de cuidado, sin excepción.