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Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre

ILUSTRACIÓN: MOISÉS BUTZE
ILUSTRACIÓN: MOISÉS BUTZE

De una u otra forma, todos hemos experimentado excesos en nuestras vidas. Sea que hayamos abusado de la comida, la bebida, del sexo, de comprar, del trabajo, de las redes sociales, del ejercicio, de alguna sustancia, del juego, de la pornografía, de la fría racionalidad, de las emociones desbordadas o del poder, hemos desperdiciado nuestra energía de acuerdo al sabio Patanjali, el ideólogo espiritual del yoga.

Recordemos que al yoga lo conforman no solo la práctica de posturas, sino un primer cuerpo ético previo de observancias a nivel individual y social, llamadas yamas y niyamas, sin las cuales la disciplina del yoga no puede llegar a su más alta aspiración que es el samadhi, o cuando el cuerpo, la mente y el espíritu se funden con el Ser Universal, en la certeza de ser uno con todo y con todos.

Así, el cuarto yama es Brahmacharya cuyo significado es “el que sigue la senda de Brahma” o el arte y la práctica de “ver lo sagrado en lo ordinario y lo ordinario en lo sagrado”, como explica la autora británica Deborah Adele. En términos prácticos, es una recomendación que habla de moderación.

Como cita el portal gong.yoga, T.K.V. Desikachar, maestro de yoga e hijo del legendario Tirumalai Krishnamacharya, —el legendario maestro que revolucionó la práctica moderna del yoga—, interpreta Brahmacharya como evitar no solo el exceso, sino también la carencia, ambos igual de indeseables.

Y aunque en Occidente, de manera simplista, se tiende a asociar Brahmacharya con el concepto de celibato o abstinencia, la moderación es en realidad la “conciencia, el asombro y el conocimiento de lo que es suficiente”; es decir, la conciencia de poder discernir cuando estamos completos para poder parar y no seguir queriendo más de manera descontrolada y, muchas veces, adictiva y codependiente. Esto no significa de ninguna manera evitar disfrutar, por el contrario es encontrar el placer de estar presentes en el momento en que encontramos ese estado de perfecta justeza.

Balasana, la postura del Niño con Prana mudra, es la posición asociada Brahmacharya: “Mientras descansas y respiras en la postura del Niño, absorbe la plenitud de tu día, de este año y de tu vida. No hay necesidad de más, no hay necesidad de excesos. Permítete ser pleno, completo y “perfecto”. Prana mudra por su parte, genera la vitalidad necesaria que reside dentro del prana, la energía vital que nos anima.


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Marién Estrada
  • Marién Estrada
  • [email protected]
  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Notivox Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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