En los últimos años se ha propagado la idea de que es el pueblo quien manda, para justificar actos y decisiones que supuestamente, son respuestas a la voz popular, pero no existe ningún método válido para asegurar que así sea.
La democracia tiene varias fallas en sus postulados, por ejemplo, que debe prevalecer la voluntad popular mediante el voto, pero esa democracia no condiciona la calidad del voto y cómo se logra, la constancia de que el ciudadano se encuentra en verdadera libertad para ejercer su derecho.
Por algunos razonables argumentos, en el pasado se discutía si quien vota debe poseer ciertas características, nivel educacional o simplemente por tener la edad y el registro correspondiente.
Se votó por no discriminar y de esa manera, el pueblo en el sentido de masa y pobreza se vio sujeto a la manipulación.
No se puede confiar en quien vota si el motivo es por satisfacer una necesidad inmediata o gratitud por beneficios que ignora son institucionales.
La mención de “pueblo” se vuelve una palabra retórica, elemento discursivo atribuyendo el gobernante obediencia a su voluntad para justificar sus decisiones “a su favor”, pero ello es imposible de demostrar porque quien maneja a las masas y la publicidad es el poder del gobierno.
Se acusa a gobiernos del pasado que operaron sin pensar en el pueblo y sin consultarlo, desconociendo la fundación de instituciones que dieron prestigio a México y que lo mantuvieron en equilibrio no obstante los errores y omisiones
cometidas, pero al fin con libertad de emprender, seguridad y confianza en la legislación que el gobernante respetaba, por el equilibrio que demanda el sistema republicano de la división de poderes.
Para poder afirmar que se “obedece al pueblo”, ¿en qué bases se sustenta tal afirmación? Porque si se realiza una “consulta popular” ya se sabe de antemano cuál será la respuesta, dada la dependencia de los “votantes”.
Sin embargo, se desestima la expresión ciudadana en sus marchas por miles en las grandes ciudades reclamando derechos y legalidad.
¿No será más válida esa expresión de personas independientes, que no marchan por facilidades ofrecidas, por algún tipo de beneficio o temor a sanciones?
¿Acaso la clase media no es la más valiosa capa social del pueblo de México? La es por su nivel educacional e independencia, lo es porque su fortaleza no depende de cargos oficiales, negocios o contratos con el gobierno ni privilegios. Por ello el sistema socialista no favorece el desarrollo de la clase media, no estimula la superación y la competencia: los quiere a todos dependientes de su “oficial voluntad” para su mejor control.