Política

Cómo no resolver la pandemia

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • Cómo no resolver la pandemia
  • Juan María Naveja Diebold

Juan y María cohabitan y comparten responsabilidades. Naturalmente, Juan es un zángano holgazán. En noviembre a María le llegan rumores que Juan puede estar teniendo problemas en el trabajo. En enero ella sabe que a varios de sus colegas los han despedido. Para febrero, Juan empieza a llegar borracho a casa y, aunque por las mañanas las crudas reemplazan el hábito laboral, María no le dice nada. En marzo llegan las cartas de adeudo del banco, la luz y el agua además de una amenaza de evicción de su casa por incumplimiento de renta. María finalmente corre a Juan a palazos repentinamente y le dice que no lo quiere volver a ver. Por su cuenta, Juan sigue empeorando y María no puede ni con el costo de vida ni sus responsabilidades sola. Se van abril y mayo en amenazas vacías, sin dejar que Juan regrese a casa, pero tampoco afrontando sus crecientes deudas o confrontando a Juan que tiene que reincorporarse a su vida. Para junio, el comportamiento de Juan está peor que nunca, pero las deudas, tareas y culpa arrinconan a María a abrirle las puertas a Juan sin razón alguna a esperar que mejore su circunstancia. María es una pendeja y Juan es un virus, el coronavirus.

Es inexcusable que no se hayan cerrado las fronteras continentales en enero ante lo que estaba sucediendo en China y empezaba a suceder en Europa. Primer error, que seamos generosos, es excusable, esto es un evento centenal. Con el virus destripando a Europa, la cuarentena en América debió haber empezado en febrero. Los expertos en su momento suponían que, con 15 días de cuarentena absoluta en febrero o marzo, se hubiera frenado la pandemia. De nuevo, seamos realistas, la percepción de libertad personal y estilo de vida en América hacen a una cuarentena absoluta repentina imposible.

A mediados de marzo se toma la medida que se pudo haber tomado, una cuarentena súbita con todas las fugas que eso implica. Fue la medida correcta en su momento. Era esencial frenar la curva para no saturar el sistema médico. Sin embargo, en el momento en que se descubrió en abril que el contagio no genera inmunidad futura a la enfermedad, era deducible que la espera sería a una vacuna y no a un aplanamiento de la curva. Estadísticamente la curva no se mantiene plana sin inmunidad al levantar la cuarentena. En abril se debió levantar la cuarentena, o asumido que se tendría que mantener hasta que se pudiera vacunar a la población.

Al resumir actividades normales en junio, se asume el desperdicio completo del sacrificio de los últimos dos meses (de nuevo, marzo era indispensable para entender la situación). María deja entrar al huevón de Juan a pesar de que solo ha empeorado su situación. Peor aún, coincide con el descubrimiento que el virus se ha mutado durante el verano. La mutación complica y en el mejor de los casos atrasa el desarrollo de una vacuna eficaz. Qué bárbaro, qué pendeja es María, seguro votó por López, Trump o Bolsonaro ¡Viva Andrés Manuel I! ¡Viva!

¿Qué tendríamos que hacer? Un gran encierro bajo corte marcial a los mayores de 60 años que durará al menos 18 meses y tendrá muchos fallecimientos por razones no médicas para evitar la saturación del sistema de salud y una clausura de la misma duración a todos los negocios en plaza pública con una consecuencia socioeconómica gravísima, pero aún así más sostenible que el camino actual, porque, abran los ojos, Juan apenas está comenzando.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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