En el sesgado debate público sobre los libros de texto gratuitos, existen al menos seis puntos que no han sido considerados: 1.- Si hasta 1921, constitucionalmente la enseñanza o educación fue un asunto de la competencia de los estados, ¿cuál debe ser en la actualidad el equilibrio entre autoridades federales y locales en la materia? ¿La facultad establecida en la Constitución en 1993 para el Ejecutivo federal (poco después del restablecimiento de relaciones Iglesia-Estado) para determinar los planes y programas de estudio de la educación básica y normal, es por un afán de centralización o para hacer prevalecer el laicismo en la educación?
2.- Los contenidos de perspectiva de género y de educación sexual y reproductiva en los libros, se enuncian en el 3° Constitucional. Eso significa que legisladores de los partidos que los critican los aprobaron.
3.- Qué debe prevalecer en las decisiones de los impartidores de justicia: ¿el derecho humano a la educación y el interés superior de la niñez, o los aspectos procedimentales (que no de contenido) en la elaboración de los libros de texto? ¿Cuáles fueron los criterios en la suspensión concedida en el amparo promovido, para valorar como de mayor afectación al interés social distribuir los libros, que no distribuirlos?
4.- Las autoridades que se niegan a entregar los libros, ¿están conscientes que la Constitución establece que “El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños y adolescentes en el ejercicio de su derecho a la educación” y que la Ley General de Educación obliga a las autoridades educativas a “proporcionar a los educados los libros de texto gratuitos y materiales educativos impresos o en formatos digitales para la educación básica, garantizando su distribución?”.
5.- El tema ha sido secuestrado por los partidos y sus políticos, sin considerar que la Convención de los Derechos del Niño, la Constitución, y la Ley General de Educación, en su Artículo 73, les reconoce el “derecho a participar, a ser escuchados y tomados en cuenta en todos los procesos judiciales y de procuración de justicia donde se diriman controversias que les afecten”. ¿Por qué entonces no se ha dado voz a las niñas, niños y adolescentes?
6.- Los errores de los libros son corregibles. En tanto no se resuelva el amparo, no distribuirlos o destruirlos, sería un acto extremo de maximalismo. No se puede “tirar el agua sucia de la tina con todo y niño”.