La figura del Presidente de la nación es una semejanza con la del gerente general de cualquier empresa, que debe tomar decisiones basado en información precisa y vital; ese gerente debe coordinar a sus jefes de área para que estos a su vez realicen la función encomendada.
¿Ha resuelto el Presidente los principales problemas que como sociedad tenemos?, ¿ha sabido hacer frente a los desafíos?, ¿cómo ha hecho la función de administrador del país?
Observamos los cambios que ha hecho en el manejo de algunos asuntos del país; vemos a través de los medios cómo ha tomado algunas de sus decisiones y se le critica, ya que implica el perjuicio de algunos sectores.
De lo que se le ha indicado al Presidente, de lo más atacado han sido las decisiones tomadas a “mano alzada”.
De hecho, desde que el señor era oposición, también elegía así algunas acciones.
¿Por qué es tan criticable esa acción? Por los errores eventuales en los que puede caer: cuando plantea a las personas de algún evento, y al solicitar la levantada de mano para tal cuestión, ¡no cuenta los votos! Toma la decisión “a ojo de buen cubero”.
Otra posibilidad es que los invitados a dichos mítines no cuenten con la toda la información completa como para decidir de manera racional; les faltan datos de las opciones que tienen y, con esto, elegir mejor.
Otra equivocación potencial es que los presentes no sean todos de ese lugar, que haya algunos colados (que en esos eventos siempre hay) y que con su mano carguen a favor o en contra, tal o cuál decisión, perjudicando la objetividad del Presidente de la República.
En los puestos de autoridad no se puede tener contentos a todos; pero con estas prácticas se genera molestia, informalidad y poca seriedad en la manera en que se deciden las cosas.
