José Saúl Vaquera Gallardo ha construido su obra con paciencia eremítica.
En un lapso de tres años publicó La reforma agraria en México y Nicaragua: similitudes y diferencias, Estado, política energética y desarrollo y, finalmente, Mujeres, política y exclusión: un enfoque de género.
Ya sé: los cánones dicen que no va mayúscula después de coma, pero están para romperse.
Espigo y destaco algunos párrafos significativos, relevantes:
“Sin embargo, existen elementos recurrentes de sujeción, inequidad y exclusión en esta categoría que llamamos género, y que necesitamos re-significar conciliándonos en la diferencia a partir de una igualdad de oportunidades” (p. 131 del tercer libro citado).
Del segundo libro mencionado extraigo:
“A los más de 2 mil 500 millones de pobres que sufren de una exclusión energética mientras Estados Unidos quema el 25 por ciento de la energía mundial dilapidando los recursos a los que una parte de la humanidad, no incluida, tiene derecho”.
Y, para cerrar con broche áureo, del libro primero en cuestión José Saúl señala, con atingencia impar:
“Es pertinente señalar, que detrás de este proceso se observa y evidencia la protección a las estructuras hacendarias agroexportadoras que explican la lucha armada.
En ambos países (México y Nicaragua), ocurre una ambigüedad y contradicción paralelas al proceso de la Reforma Agraria en México, siendo sorprendente cómo ambos contextos coinciden en sus rasgos principales”.
Por todo ello aplaudo a José Saúl Vaquera quien, como se puede ver, ha sabido evidenciar con sabiduría y sensatez los acordes de una lucha social que no duerme, que no tiene fin, que amaga con resucitar ante el acoso y el agobio de los rampantes, de quienes sólo piensan en sí y en sus bolsillos, en su faltriquera.
Enhorabuena, mi muy querido amigo Saúl.
Ya tendremos tiempo y calma para celebrar el oro de la vida. ¡Salucita!