La principal función de un legislador, ya sea local o federal, es la de representar a los habitantes de su distrito.
Claro que la función de legislar corresponde a una gran responsabilidad que implica estudio, formulación de propuestas y la apertura al diálogo para lograr que se legisle de la mejor manera.
Pero la función de representar implica un compromiso profundo de las comunidades y de las personas a las que se representa, en este sentido, dicha función no debe convertirse en un discurso vacío en el que no se escucha a las personas.
No basta con que los legisladores nos preocupemos por las cifras macroeconómicas, por los grandes problemas estatales y nacionales, lo que sin duda es importante, pero no es suficiente.
Representar con un sentido de bien común implica ver más allá de las necesidades materiales de las personas, es buscar la manera de atender, de manera integral, las necesidades de las personas.
Esto lo traigo a colación a propósito de que, en las visitas que he realizado, primero como candidata y después como diputada local y federal, a colonias y comunidades de los distritos que he representado y que represento, la problemática común con la que me he encontrado, además de los asuntos cotidianos que nos aquejan a todos los mexicanos en mayor o menor medida, siempre hay, al menos, una persona que requiere ser escuchada, que necesita otro tipo de atención fuera de los apoyos sociales, que necesita hablar para sanar, que necesita una orientación jurídica o la canalización a un centro especializado en salud mental o, simplemente, necesita ser escuchado para desahogarse y sentirse mejor.
Pensando en esas personas es que he procurado brindar, a través de mi casa de gestión, diversos talleres especializados de escucha y empoderamiento a las mujeres, ya que precisamente son ellas un grupo vulnerable que necesitan un tipo de atención especializada y enfocada a los problemas de las mujeres como el maltrato, la violencia y el abandono.
De igual manera en algunas de las iniciativas y propuestas de punto de acuerdo que he presentado, propongo se brinden más recursos y cambios legislativos para incluir a la salud mental como uno de los servicios prioritarios en el sistema de salud y como un tema a atender en el sector educativo.
Sin duda alguna, son muchas las necesidades materiales que se deben atender en nuestros distritos, pero siempre se ha dejado de lado esa parte que se refiere al desarrollo integral de las personas, esa parte que les permita tener una mejor calidad de vida hablando en un sentido integral.
Es necesario crear conciencia de que toda la acción del estado debe estar enfocada a atender necesidades materiales, pero también mentales y emocionales, todo esto en el marco del ámbito de su competencia y de las posibilidades, pero con el claro objetivo de que una no excluye a la otra. Por el contrario: se trata de cuestiones complementarias.