Cultura

Mercado a espaldas

Julián, un pequeño de apenas dos años, es sentado en el carrito del supermercado sobre el sillín acojinado, de manera muy metódica se sujeta a este por medio de un par de cinchos que se abrochan del centro, a la altura de su ombligo. Conforme se recorre la tienda, el pequeño queda maravillado, pues descubre que en ese lugar se puede encontrar toda clase de formas, colores, aromas y sabores. Tal suceso marca su infancia, lo que provoca que, años más tarde, no conciba otra forma de entender la compra de víveres. Esta mañana, a las afueras de su casa, escucha un pregonar, segundos más tarde su mamá abre la puerta, dialoga con una persona, y regresa al interior de su casa con cuatro mangos de buen aspecto. Ante tal hecho Julián le pregunta con un rostro atónito ¿por qué el señor vende fruta en la calle?

A lo largo de la historia de México, la formas de adquisición de diversos productos y servicios han cambiado de escenario. A principios de este siglo, el ir de compras al supermercado o a la plaza comercial, era una forma de demostrar urbanidad. Hoy en día basta con abrir la aplicación de cualquier tienda, desde el celular, para adquirir lo necesario. Sin embargo, el oficio del comercio pareciera ser un ente incrustado en nuestra cultura. El cual se ve poco, pero no desaparece por completo y, en algunos casos, toma fuerza dependiendo de la época o la situación que se viva en ese momento.

En esta ocasión abordaremos la cantidad de marchantes, que convergieron por allá de los años 50’s del siglo XIX. De acuerdo con María Cristina Solís, en su obra Sabores Patrios. La comida del México Independiente en la novela Los Bandidos del Río Frío, la Ciudad de México, como lo ha sido toda su historia, representó el eje urbano más importante de México, en el cual se centralizaban todos los productos del territorio nacional, y no era para menos, pues tenía que dar abasto a entre 170,000 y 200,000 habitantes. Ante esta necesidad, los mercados representaron el espacio más importante para alimentar a la población.

Aunque, como método mercadológico, se comenzó a popularizar una nueva forma de hacer llegar tanto alimentos como servicios a la puerta de la casa. Ahí es donde aparecen los marchantes, que para esta época se podían encontrar: los cacahuateros, las buñueleras, la elotera, la frutera, la vendedora de carnes frías (conocida como fiambrera), la tamalera, el carnicero, los carboneros, el pollero, el pescador, el panadero, las chieras, el nevero, entre otros. Por muy extraño que parezca, la mayoría de ellos llevaba a sus espaldas, o en carros tirados por mulas, sus productos, especialmente los carniceros, en el caso de los polleros llevaban su mercancía en jaulas, pues vendían a las aves vivas. Hoy en día aún quedan ejemplos de estas memorias, las cuales difícilmente desaparecerán. 


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Benjamín Ramírez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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