Esta es una frase que podría decir un reclutador de personal, si nuestro país se presentara a una entrevista de trabajo: llega con su CV un poco golpeado, que no ha conseguido muchos interesados en su perfil últimamente, que tomó algunas decisiones poco inteligentes con su carrera y tiene que invertir en ciertas habilidades para estar en sintonía con el mercado. “Pero México sigue siendo interesantísimo, tiene mucho potencial y está ubicado en el lugar más importante para los cambios que vienen a nivel global”, me dice Ricardo Haneine socio de la consultora Kearney. Y esta frase la suelta ni más ni menos que al presentar el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa (IED) de este año, donde México quedó fuera del listado de los 25 países más atractivos donde invertir. “Solo dos veces, desde que hacemos este ranking salimos del top 25: en 2011 tras la crisis financiera y ahora”, agrega. Ya en 2019 habíamos quedado en la cornisa del listado, en el lugar 25. En ese momento las dudas sobre la ratificación del T-Mec y la cancelación del AICM sazonaron la desconfianza internacional.
Sin duda este año es atípico también para este sondeo (que se realiza a 500 ejecutivos de multinacionales de 30 países con ingresos anuales de más de 500 mdd), porque comenzó a fines de enero y terminó el 3 de marzo. A pesar de que no se habían dado las grandes malas noticias financieras globales por la pandemia de covid-19, sí hubo algunas alertas sobre la incertidumbre que se aproximaba. El refugio para los inversores activos fue apostar por economías maduras (no emergentes), con mercados grandes, estables y fundamentalmente con estructuras políticas y regulatorias predecibles y serias.
“El tema ambiental, la sustentabilidad y el cambio climático son centrales en la toma de decisiones de inversión, donde ya más de 60% de estas empresas tienen planes en marcha al respecto”, dice Haneine (mientras recuerdo que los anuncios, cambios y decretos energéticos de estas semanas en el país van en el camino inverso).
“A pesar de que México se ha visto beneficiado por la ratificación del T-MEC y el efecto near-shoring, no fue suficiente para que los inversionistas nos catalogaran como uno de los principales objetivos de inversión. Hay que fortalecer e incentivar más impulsores para motivar la atención de los inversionistas”, reza el análisis de Kearney. Y esos impulsores son transparencia regulatoria, menos corrupción y mayor consistencia en las políticas de mediano y largo plazo.
Para Haneine las regiones que han creado clusters industriales (como el Bajío o Mexicali) pueden atraer inversión y “es donde están los mejores datos de competitividad”. Tal vez ahí esté una clave de la recuperación de México: que comience desde abajo, desde los municipios hasta el gobierno federal y no al revés.
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