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AVE FÉNIX

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  • Ángel Reyna

Algunos fueron inundados por presas recién construidas, como Graceros, Durango; otros perdieron su fuente de riqueza, como Ojuela, Durango, o Vetagrande, Zacatecas, otros más fueron desmantelados por los dueños de la mina o fábrica, como El Tongo, Durango, o como el antiguo beneficio de minerales en Velardeña, también en Durango.

Otros pueblos fueron dinamitados por los dueños de la fábrica en medio de una huelga, como San Pedro en San Luis Potosí; o simplemente se los comió una tormenta de arena, como pasó con Agreste, el pueblo de Tieta … otros quizá nunca existieron, como El Dorado del siglo XVI.

, Son, o fueron, pueblos de fantasía, algunos resurgieron de entre sus cenizas, como el Ave Fénix, por diversas razones, a unos los revivió el turismo de aventura, quizá coko paseo en las inmediaciones de un volcán como el Paricutín en Michoacán, o Vetagrande, justo arriba de la capital zacatecana; Ojuela, Durango, arriba de Mapimí… Pozos, en Guanajuato, o Real de Catorce, en San Luis Potosí.

Hay otros, más grandes, que eran capital de estado, sencillos, humildes, decimonónicos en pleno siglo XX, como Guanajuato, y un festival cultural los proyectó a nivel internacional. Otros más recibieron la denominación de mágicos y siguen ahí, en medio del desierto, en espera de que las agencias de turismo los descubran, como Viesca, Coahuila.

Ese es un caso de otros pueblos que no han tenido tanta suerte, se acabó el mineral, el agua, construyeron una carretera que pasa lejos del poblado y les envió al olvido, o fueron inundados por el vaso de una nueva presa, como pasó con Graceros en 1968 cuando se llenó la presa “Francisco Zarco” (Las Tórtolas) y las familias se refugiaron en Nuevo Graceros, o Lázaro Cárdenas (La Lomita) o a San Pedro El Tongo que quedó con unos cuantos habitantes.

El Tongo creyó que se había salvado, pero en los años 90 alguien llegó, compró todo, los vecinos tomaron “sus chivas” y se fueron a otro lado, como en un cuento Rulfiano. El lugar ahora es un enorme Nogalar, justo a orillas del Río Nazas.

Quimeras mexicanas que se repiten en China, con la inundación provocada por las presas en los grandes ríos, África con la construcción e la presa del Asuán, que obligó al ingenio humano a cortar los monumentos de Ramsés II y colocarnos 20 metros más arriba, en la misma roca, o presas en España que se llevaron al olvido a varios pueblos.

Los problemas culturales, sociales, políticos, económicos y emocionales que estos abandonos de pueblos enteros, incluso los despoblamientos de comarcas enteras en España, Italia o Durango, Zacatecas y Coahuila en nuestro país, se vuelven, en ocasiones en temas crónicos, de leyenda, algo como lo contado en “Los Cuates de Australia”.

Migraciones internas provocadas por la naturaleza, la economía, los caprichos humanos.

Y parece, al menos así lo vemos en varios casos, que el turismo, en sus muy variadas vertientes, es, o puede ser, la solución para que revivan pueblos como Real de Catorce, Vetagrande, Ojuela y Nombre de Dios, Durango. 

El turismo masivo con su varita mágica que revive pueblos en el semi abandono. Pero ¿qué sucederá si pasan de moda?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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