Espectáculos

El escándalo de 'La casa de los famosos México'

Hasta ahora suman cuatro los expulsados de la casa. Especial
Hasta ahorasuman cuatro los expulsados de la casa. Especial

No existe nada más exitoso que la tercera temporada de “La casa de los famosos México”. En serio.

La suma de todos los números de todas las aristas que integran todo este contenido de Televisa es más grande que la del año pasado, que era la más grande de todos los tiempos.

Estamos hablando, objetivamente, de un acontecimiento histórico. De otro acontecimiento histórico.

¿Cuál es la nota? Que hubiera sido muy fácil caer en lo que han caído en otras emisiones similares o incluso en otras emisiones similares de esta misma franquicia en otras partes del mundo.

¿En qué? En el escándalo barato, en el sensacionalismo obvio, en la promoción de la violencia, de la grosería, de la decadencia humana.

“La casa de los famosos México” es exactamente todo lo contrario.

Hay una pulcritud editorial en su manejo de los valores y en su diseño de los personajes que la convierten en algo mucho muy diferente, en algo que, sin traicionar la esencia de este ejercicio de televisión real, es positivo.

¿En cuantos “reality shows” de “encierro” podemos decir esto? ¿En cuántos países?

Yo estoy muy contento con este material porque, por un lado, compruebo la grandeza del pueblo de México que sí, ante el conflicto reacciona de otra manera.

Y, por el otro, porque se nota la experiencia de Televisa en la creación de contenidos melodramáticos.

No nos hagamos tontos, “La casa de los famosos México” es, ante todo, una telenovela, una gran telenovela donde hay buenos y malos, mujeres y hombres, ricos y pobres, jóvenes y viejos.

Pero, sobre todo, es una telenovela donde hay pasiones, alianzas, traiciones, dolor, humor y aportaciones sociales.

No sé usted pero yo la veo y me siento como en los tiempos de “Rebelde”, de “Amigas y rivales”, de aquellas grandes producciones corales de antaño donde lo que importaba era el todo.

Y donde, por supuesto, cada personaje traía sus conflictos, el respaldo de sus familias y todo eso que estamos viendo ahora en Las Estrellas, Canal 5 y VIX.

¿Cuál es la diferencia? El nivel de empoderamiento de las audiencias.

Aquí la gente no sólo se divierte y se desahoga viendo cómo los participantes se miran a los ojos y se dicen cosas horribles.

¡No! Aquí la gente juega a ser Dios, a tener el destino de estas personalidades en sus manos.

Quiero que piense, por un momento, en la relevancia de esto.

Usted, ¿sobre qué manda en el mundo real? ¿Sobre qué tiene poder? ¿Qué es lo máximo que puede hacer a favor o en contra de alguien?

No hay nada más gratificante hoy, cuando casi nadie manda sobre nada, cuando casi nadie tiene el más mínimo poder, decir: “el destino de estas personas está en mis manos”.

Porque, además, y mire qué inteligente, esta producción de Frank Scheuermann, Erika Vargas, Paly Alonso y Rosa María Noguerón no nos dice que sean personas comunes y corrientes.

¡No! Nos las vende como famosas aunque no necesariamente lo sean.

Por tanto, las multitudes, cuando miran esto, no sólo se vuelven poderosas, se vuelven superpoderosas porque sienten que son las dueñas del futuro de alguien que se supone que es superior a ellas.

¿Puede haber algo más gratificante para alguien que no tiene nada, tenerlo todo gracias a “La casa de los famosos México”?

Y cuando digo todo, es todo porque las audiencias no sólo votan, tienen el derecho de hablar mal de este contenido, de chismear, de caer en teorías de la conspiración, de juzgar a los participantes, de insultarlos, de elogiarlos, de hacer chistes a partir de ellos y, lo más sano de todo, de eliminarlos.

Ojo: eliminación es exterminio. Eliminación es muerte.

Ese carrusel no es un carrusel, es la piedra de los sacrificios del siglo XXI donde el pueblo de México derrama la sangre de alguien que ha sido elegido para ofrendar su existencia.

¿A cambio de qué? De paz. El que “muere” no “muere”. Alcanza la gloria. Es un honor haberle ofrendado la “vida” a los “Dioses”.

Por eso le digo que esto es sano. Porque no pasa de ahí. No le hace daño a nadie. Cumple con un objetivo social.

Galilea Montijo es nuestra sacerdotisa. Wendy, Margaleff y los panelistas, nuestros sacerdotes. Aquí está pasando algo.

Podría pasar horas hablándole de cada uno de los participantes, de cada una de sus aportaciones, de lo que son, de lo que representan y, por supuesto, de todo lo que pasa aquí en términos de producción.

Pero no, ya hay mucho de eso. Lo que yo quiero es sensibilizarla, sensibilizarlo para que le dé su justo valor a esta joya de la televisión mexicana, de las redes mexicanas, de la cultura mexicana.

Luche con todas sus fuerzas por seguir viendo “La casa de los famosos México”. Le va a gustar. De veras que sí. ¡Y que vivan las telenovelas!


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Álvaro Cueva
  • Álvaro Cueva
  • [email protected]
  • Es el crítico de televisión más respetado de México. Habita en el multiverso de la comunicación donde escribe, conduce, entrevista, da clases y conferencias desde 1987. publica de lunes a viernes su columna El pozo de los deseos reprimidos.
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