Política

Transforma tu energía negativa en positiva

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Transforma tu energía negativa en positiva
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Cuántas veces habremos pensado de alguien: ¿si tan solo usara su inteligencia para cosas de provecho, otra cosa sería? Seguro que muchas. Pero no solo de los otros, sino de nosotros mismos. Tenemos la sospecha que a ese impulso que nos lleva a hacer algo no aceptado por los otros o por nosotros le podemos dar la vuelta y convertirlo en algo plausible para nosotros y para los otros.

No me queda duda que en gran parte esta creencia se la debemos al señor profesor Freud, quien postuló que uno de los destinos de la pulsión podría ser la sublimación. En términos prácticos este proceso químico que transforma los sólidos en gases sin pasar por el estado líquido, para el psiquismo sería un mecanismo de defensa que transforma la energía libidinal que busca su satisfacción en lo sexual, en alguna actividad que es socialmente aceptable. Porque ya hemos visto que el sexo no lo es.

Incluso Freud postula que la sublimación da origen a la cultura, el arte, la ciencia, la religión y la tecnología. Es decir, no es algo menor este proceso psíquico represivo, porque estaríamos hablando, también en términos muy silvestres, que transforma la vida animal en humana.

Con este concepto a cuestas es fácil caer en la tentación de pensar que se puede dirigir la sublimación y transformar lo negativo en positivo. Así, el adolescente que pasa horas jugando videojuegos en el ordenador quizá pudiera emplear esa energía libidinal en aprender algún programa informático para que él mismo desarrolle sus propios juegos y quizá hasta gane dinero.

Del mismo modo este sería en gran parte el sustento de las llamadas terapias ocupacionales. El sufriente tiene, dicen, mal canalizada su energía y se buscaría ponerlo a dibujar, cocinar, bailar, moldear, para que libere sus demonios internos.

Y en el caso más vulgar que proponen el New Age y sus derivados es la posibilidad de que a través de la meditación y la negación del Yo, se haga una alteración de frecuencia de las energías, de negativas a positivas, para vibrar bonito.

Simplificar la pulsión y sus destinos (o posibles destinos) nos hace desbarrancar en todas las posibilidades de tratamiento psi. Es pretender cosechar peras del árbol de moras -que ya estaba plantado antes de que llegáramos- con una simple poda de algunas hojas.

La sublimación que encontró Freud en sus estudios sobre Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Goethe o Dostoievski, lejos está de la idea de producción o de belleza que hoy campea.

De hecho, está en el extremo opuesto. La sublimación a la vez que escape es condena. Es una salida de emergencia al infierno. El artista sabe que escribir, pintar, moldear, dibujar, no lo libra de nada, no le rompe las cadenas que lo atan a su angustia, ni siquiera hace para él la vida más tolerable o menos sufrible. Alejandra Pizarnik y Vincent van Gogh dieron cuenta de ello.

Ahora hay toda una cruzada para impedir las terapias de conversión porque afectan la dignidad humana al tratar de obligar a las personas a que su pulsión tenga solo un destino, el dictado por la biología. Debería ocurrir lo mismo con todas los tratamientos psi que buscan sublimar artificialmente las pulsiones que no son aceptadas personal o colectivamente.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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