Política

¿Quién es el malo de esta historia?

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • ¿Quién es el malo de esta historia?
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Cuando nos enteramos de las desgracias provocadas por humanos a otros humanos, nos apresuramos a condenarlas y rechazarlas. Es fácil autopercibirnos como los herederos de Gilberto Bosques y nos imaginamos salvando vidas de los perseguidos de los regímenes totalitarios coronados por la xenofobia.

Pocos podrían aceptar ante ellos primero y después ante los demás, que no serían los salvadores si no los perseguidores. O cuando menos los facilitadores de que esas atrocidades pasen.

Y no, no es momento de pensar en Eichmann en Jerusalén, diciendo que no era responsable, porque solo seguía las indicaciones de transportar a los judíos. No era responsable, pero tampoco se asumió como víctima de las circunstancias, un discurso muy empleado en la actualidad para no hacerse cargo de la responsabilidad subjetiva. Simplemente sirvió a un fin, y hacerlo en sí era algo bueno.

En cierta ocasión les pedí a mis alumnos en la Universidad, que vieran la película “El Señor de las moscas” (no les insistí en que leyeran el libro, porque bueno, sería demasiado). De hecho, en una sesión lo hicimos juntos. Al finalizar la mayoría estaba horrorizada por la crueldad con la que actuaron esos niños-adolescentes abandonados tras un naufragio en una isla lejana. ¿Cómo era posible que esas cosas pasaran?, ¿en qué clase de monstros se habían convertido?

A nadie se le ocurrió pensar que solo ocurre aquello que puede pasar. Es decir que si los niños-adolescentes cometen actos que calificamos como bárbaros, crueles o malos, es posible únicamente en la medida en que en cada uno de ellos hay potencia para eso. Que no es necesario ser malo para actuar con maldad, que si hay la posibilidad de actuar con maldad seguramente las cosas pueden pasar.

La mayoría no lo puede pensar así, porque está acostumbrada a explicarse los acontecimientos de la vida desde las gafas de la moral. La dicotomía del bien y del mal. Desde luego, el Yo siempre está del lado del bien. Los malos son los otros, los perversos, los inhumanos, los corruptos, los gandallas, los nacos, los rateros, los mafiosos, los indeseables, los depredadores.

Así se edifica al Yo. Para poder ser, crecer y mantenerse, siempre es a condición de que esa potencia de lo que insistimos en llamarle mal, esté lejos de nosotros. La oración más importante del cristianismo el Padre Nuestro, introduce la petición de no “caer” en la tentación y librarse del mal.

Entonces claro que es fácil pensar que el mal está por fuera de nosotros, que no nos ha tocado, que no nos convoca o que a lo más logramos como San Miguel expulsar a los ángeles rebeldes de nuestro paraíso mental.

Ahora bien, algo en lo que es difícil caer en cuenta, así como les pasó a mis alumnos con la película, es que, si el malo en la historia siempre es el otro, Yo será el otro de alguien más. Es decir, seré, quiera o no, lo piense o no, lo acepte o no, el malo en alguna historia contada o por contar. A pesar de que pueda pensar, creer y defender que mi superioridad moral me mantiene libre de todo mal.

Por eso desde la clínica psicoanalítica no pensamos en buenos y malos, criminales y beatos, perseguidos y perseguidores. Le decimos al paciente que se sienta en libertad de hablar de todo aquello que quiera y pueda, sin el temor a ser condenado o juzgado.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.