Política

De sanadores rumanos y monos simbólicos

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • De sanadores rumanos y monos simbólicos
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

Mored
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He leído que un rumano está sacudiendo las buenas conciencias de la muy noble y leal ciudad de Puebla. Que el ejercicio de la imposición de sus manos en cuerpos en decadencia ha hecho enfurecer a quienes publican su opinión creyendo que representan a las decenas de pulgares arriba que se llevan cada que lo hacen.

Incluso no ha faltado el policía de la medicina que furibundo desde su Youtube amenazó con “sacar” de la ciudad al migrante que hoy atiende desde el extinto zoológico de la capital de los ángeles y querubines.

¿Por qué tanta furia y asco contra una persona que está ejerciendo su humanidad a todo lo que da? ¿Por qué no se muestran igual de iracundos, defensores y amenazadores contra la irrupción de la IA que promete lo mismo (y más) que el rumano? ¿Será acaso que estamos perdiendo, todos, nuestro último resquicio de humanidad y estamos deseosos de convertirnos en máquinas?

No dudo que más de uno de los visitadores de Mihaila Mircea, dicen que así se llama, haya encontrado alivio una vez que escuchó cuál era su dolencia y recibió las prodigiosas manos sobre su órgano u órganos dañados. Como tampoco dudo que más de uno haya salido de ahí igual que como llegó, o más adolorido por la larga fila que tuvo que hacer para recibir una palmadita en la que no encontró nada prodigioso.

El rumano -me parece que ese es el punto, la nacionalidad, lo que están destacando- no está siendo más que otro mono enamorado de los símbolos. Otro más, como el arribafirmante, como el que autorizó la publicación de este escrito, o como el improbable lector. No es un dios ni un demonio. Aunque algunos quieran colocarlo en esas casillas.

Como bien dice Julio Sanjuán Arias, el psiquiatra enloquecido por la fotografía submarina, el humano es humano gracias a su pasión por lo simbólico. Somos lo que hemos sido para bien y para mal gracias a que nos inscribimos en el lenguaje y el amor por los símbolos. Esto modula nuestras emociones y sentimientos y no puede no tener efectos sobre el cuerpo, al que despoja de su mera condición biológica.

Muchas de las dolencias por las que atravesamos a lo largo de la vida tienen su origen en un descarrilamiento del orden simbólico. Pausa aquí para hacer una aclaración necesaria, léase con negritas y mayúscula: no con esto estoy diciendo que todas las enfermedades que pueden dañar al cuerpo tienen un origen psicológico y que se van a curar con meditación o con vinagre de manzana.

De lo que sí hablo es que seguramente muchas de esas personas que acuden a ver al rumano, fueron antes con el traumatólogo y les dijo que su cadera está bien soldada, el reumatólogo les mostró el ultrasonido y les evidenció que no hay tendones inflamados, mientras que el neumólogo no escucha ninguna sibilancia cuando respiran. Pero a pesar de estas evidencias científicas, de las que también nos enamoramos porque al final del día solo son símbolos, esos pacientes sufren, les duele la cadera, no pueden abrir la mano y se sienten ahogar por las noches.

Cuántas veces la abuela nos dio te de manzanilla para los dolores de barriga. La mamá nos curó con saliva los raspones logrados en el juego infantil y la pareja nos dio un masaje en la espalda que nos devolvió la vida después de un día difícil en el trabajo. Todo eso lo curó el amor. El mismo amor que hoy buscan en un rumano cientos de poblanos a los que la medicina solo los trató como un cuerpo biológico y no como un mono que se enamoró de los símbolos.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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