Política

Las políticas arancelarias de Trump, el neoliberalismo y la buena vecindad

El neoliberalismo comenzó a implementarse en México a partir de la década de 1980, podríamos decir que es a partir del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) cuando se sientan las bases del neoliberalismo, en un contexto de crisis económica y presiones internacionales, precisamente durante la crisis de la deuda externa de 1982, cuando México se declara insolvente, lo que le lleva a una reestructuración económica profunda, orquestada por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, quienes recomendaron la implementación de políticas de austeridad, de reducción del gasto público, liberalización comercial y privatización de empresas estatales.

Así, durante el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994), dichas políticas neoliberales no hicieron más que profundizarse y expandirse con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Tratado que dio inicio a un proceso de integración de la economía mexicana con la norteamericana. Durante el sexenio de Salinas se profundizaron la aplicación de políticas de desindustrialización ejecutadas de la mano de procesos privatizadores de empresas estratégicas estatales como Telmex, Ferrocarriles Nacionales y la banca, lo que generó despidos masivos y redujo la capacidad del Estado para proveer servicios públicos, al mismo tiempo que se redujeron los subsidios a servicios básicos prestados por el Estado, lo que afectó especialmente a los sectores más vulnerables.

Aunque el TLCAN generó crecimiento en sectores de la economía como la manufactura y las exportaciones, también llevó a la quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas que se vieron obligadas a competir, de la noche a la mañana, con productos extranjeros que en casos como algunos productos agrícolas eran beneficiarios de origen de elevados subsidios, lo que llevó a una pérdida masiva de empleos, en especial en el campo, donde la liberalización del sector agrícola afectó a productores, especialmente de maíz, con lo que se generaron las condiciones para una migración masiva de campesinos mexicanos a los Estados Unidos.

Desde la década de 1980, los mexicanos hemos visto cómo la aplicación indiscriminada de políticas neoliberales ha beneficiado a una élite empresarial y política, mientras que los salarios reales de la mayoría de la población trabajadora han llevado a vivir en condiciones de pobreza a millones de familias. Es en concreto la combinación de bajos salarios, el excedente de población en edades laborales (el mal llamado bono demográfico) y la falta de oportunidades laborales lo que obligó durante décadas a millones de mexicanos a migrar hacia los Estados Unidos.

De este modo, México lleva poco más de medio siglo ligando la evolución de su economía con la de los Estados Unidos. Esto ha hecho de México un país dependiente de la economía estadunidense, básicamente por la falta de diversificación de sus mercados de exportación, por la dependencia de las remesas generadas por los millones de migrantes mexicanos en los Estados Unidos y por la falta de una política industrial nacional que le permita a México generar los insumos y productos clave para su desarrollo.

Así, las políticas arancelarias implementadas por el presidente Donald Trump durante su primer mandato (2017-2021), concretadas en la aplicación de 25 por ciento de aranceles sobre el acero y 10 por ciento sobre el aluminio mexicano, son solo un pequeño ejemplo de la vulnerabilidad de México ante los embates de un vecino que tiene efectivamente la sartén por el mango. La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) mismo que fue reemplazado por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC o USMCA) introdujo cambios significativos en las reglas de origen y otros aspectos que afectaron a sectores clave como la industria automotriz. Dichos cambios obligaron a las empresas a ajustar sus cadenas de suministro.

Con el segundo mandato del presidente Trump queda claro que no existe ninguna garantía para esperar que se respeten los términos de T-MEC y que México tendría desde hace tiempo que haber tomado las acciones pertinentes para iniciar un proceso de independencia de la economía norteamericana, desligando sectores estratégicos como el energético y alimentario, así como acciones que le permitan consolidar su mercado interno, consistentes en iniciar una política industrial agresiva capaz de generar los empleos e insumos que serán tan necesarios cuando México deba recibir a los millones de nacionales que nuestro vecino amenaza con deportar.

Gerardo Núñez Medina

El Colegio de la Frontera Norte

*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


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