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El largo plazo no existe

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No pretendo con estas líneas hacer referencia a la frase de John Maynard Keynes, más relacionada con su punto de vista sobre los sistemas cambiarios que con una filosofía de vida. Veo las decisiones que se toman día a día, no únicamente en materia económica, y me queda claro que no existe una visión de largo plazo para este país. Parece que a ningún político le interesa construir un México que mire hacia adelante, un México de futuro. Las decisiones no se toman con base en un plan coherente de desarrollo; se toman, en cambio, considerando únicamente los ciclos electorales, buscando el poder por el poder.

La falta de visión no es, desde luego, exclusiva de esta administración. Ninguna administración reciente ha planteado una idea, una visión del país que queremos ser y a lo que queremos apostar. Cada administración llega a destruir lo de la previa, incapaz de reconocer cualquier avance que se haya dado, y pretende descubrir el hilo negro desde los diagnósticos hasta las soluciones. Ni siquiera los logotipos sobreviven, cualquier cosa que recuerde a la anterior será destruida con todo el ímpetu del primer año. Es ridículo e ineficiente. Intentamos reconstruir México cada seis años, no logramos caminar sobre lo andado, mejor regresar y andar de nuevo. No es extraño, entonces, que sigamos sin resolver los problemas que durante años nos han aquejado y que no han hecho más que profundizarse.

En algún momento escuché a Jim Yong Kim, cuando era presidente del Banco Mundial, hablar sobre el proceso de desarrollo que había seguido Corea del Sur, donde nació, y mencionar la decisión que había tomado ese país al apostar por la educación, por el desarrollo del capital humano, frente a recomendaciones que se le habían hecho de basarse, más bien, en el capital físico. En 1990, el PIB per cápita (ajustado por paridad del poder adquisitivo y con cifras comparables) de Corea del Sur era de 11,632 dólares. El de México era 13,579. El proceso de desarrollo empezó antes, pero las bases de datos del Banco Mundial inician en 1990. En 1993 el PIB per cápita de ambos países era prácticamente igual, pero a partir de 1994 comenzó a separarse y desde entonces la senda de crecimiento coreana es significativamente más inclinada que la de México, que se ha mantenido bastante plana en los últimos 30 años. En 2018, la producción por habitante en Corea del Sur equivalía a 36,776 dólares; un incremento de 216% en 28 años. El de México fue ese año 18,133 dólares. En ese mismo lapso —28 años—, el PIB per cápita del país solo creció 34%. Corea del Sur es solo un ejemplo de un país que nos ha rebasado, pero con el ritmo que llevamos, no deberá sorprendernos que cada vez más economías nos alcancen y nos vean por el retrovisor.

Mientras nosotros hablamos de rifas y buscamos culpables, mientras cerramos nuestra industria y regresamos al pasado, otros países toman decisiones y avanzan. Mientras aquí le bloqueamos a los niños el acceso a una educación de calidad y fomentamos la ignorancia, algunos países deciden apostar por el conocimiento, la ciencia y el talento. Mientras no nos atrevamos a tomar una sola decisión para procurar un mejor largo plazo, estaremos condenados a vivir en el corto.

@ValeriaMoy

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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