Mejor conocido por su pintura metamórfica, aquella técnica en pintura donde en una obra se pueden encontrar superpuestas varias figuras que se integran para formar un objeto o personaje principal, Octavio Ocampo ha pasado de manera sobresaliente a la historia artística guanajuatense como un gran talento.
Originario de Celaya, Octavio Ocampo fue inspirado por su familia para seguir el camino del medio artístico, no sólo por su familia núcleo como sus padres y hermanos, sino que también su bisabuelo, abuelos y su tío fueron todos artistas, aunque practicaran otra profesión para mantener a sus familias.
Fueron sus padres, Octaviana González y Rafael Ángel Ocampo, quienes se encargaron de que el talento en sus hijos floreciera y se desarrollaran en campos como la música, la pintura y el baile; pero fue realmente gracias a su madre, que Octavio Ocampo apreció a buscar figuras en el cielo, habilidad creativa que luego le ayudaría a poner un sello con el que distinguiría su obra.
Por supuesto, siendo un creyente de que el arte no es sólo belleza, sino calidad técnica, Ocampo estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; años después, estudió en el San Francisco Art Institute, en Estados Unidos; terminando sus estudios formales, el artista se sintió frustrado debido a que aún no tenía consolidada su carrera, aunque poco a poco fue dándose a conocer más que nada por los pequeños bazares que hacía en su casa. Y aunque comenzó vendiendo su arte a bajo precio, hoy en día se pueden encontrar sus obras en recintos importantes como el Instituto Nacional de Bellas Artes en México, el Palacio Municipal de Celaya y el Jimmy Carter Museum en Atlanta, Georgia, entre otros como el Museo de Arte de Octavio Ocampo en el municipio de donde es originario.
Entre sus obras más destacables se encuentran El Pípila, Beethoven, John Lennon, Las visiones del Quijote y El espejo de Marilyn.