“Se hacen los ignorantes, vaya aires burdos de benevolencia”, dijo riéndose un antropólogo social con el que hablé durante 2 estaciones, bajamos en el Metro Canal del Norte. Me da asco el tubo, deseaba “ver la ciudad” desde las moles de concreto húmedas con salitre & moho en sus pilares y espantosos “murales” que parecen pintados por piedrosos, ni malo ni bueno que un piedroso pinte un mural, lo sad es que están horrendos; me pregunto si en el Metro Bellas Artes permitirían los vecinos o alcaldes este tipo de escupitajos coloridos de bajo presupuesto, siento que intentan desviar la atención de las filtraciones entre estaciones, afortunadamente todo lo hecho antaño estaba “un poco mejor”, gracias a eso NO ha ocurrido una desgracia, no aún, ¿qué esperarán? ¿qué piensa primero el asesino? No piensa en el arma, piensa en su objeto/objetivo de matanza, algunos sociólogos, opinólogos, jipis de de clóset y analfabetas funcionales dirán que “sin armas no existe la violencia”, “dale una guitarra o una cámara a una niña/o y no matará”, otros dirán que “menos armas, menos violencia”, obtusos. La violencia tiene armas ocultas, más grandes siempre, encuentra al igual que la hiedra extraños e inverosímiles lugares para anidar, infectar, crecer, destruir, su creencia bobalicona optimista da náusea, creen posible el desarme y los acuerdos cuando no pueden negociar con sus seres más cercanos cosas tan simples como quién supuestamente nació para limpiar y por qué. Ninguna generación, pueblo o nación humanoide ha sido ejemplar o “ mejor”, abran ojos, lávense las orejas, con el paso de los siglos el humanoide ha refinado las excusas para aplastar, perseguir, odiar, matar, “deshumanizar” [humanizar sería la palabra correcta, lo humano es bastante perverso], descuartizar y secuestrar vidas, cobrando una dimensión cada vez más horrenda. La noche se estaciona en las nubes errantes, a lo lejos la diosa de hierro aparece cortándolas con su espada de justicia: Torre Latinoamericana a ti nos encomendamos. Ante el horror que enfrentamos los mexicanos sobrevive en cualquier lugar del mundo el privilegio de probar un taco, ¿qué es un taco? Es la bandera del exiliado, ¿qué es un BUEN taco? manjar de nacionales y extranjeros. Camino en sentido contrario sobre Eje Dos, de nuevo buscando fantasmas. Espectral y vivo sigue ahí: Tacos Remi en el número 303, con sus gringas generosas, salsa verde espesa, bistec con queso atascado. Parada en la madrugada hace algunos ayeres después del show de Elvis & Sinatra en el Hotel Casablanca, varios de bistec con una Mundet roja, cuya receta es secreta, corazón de durazno. Mi padre miraba Casablanca de forma obsesiva, una vez lo acompañé a la Farmacia París a comprar un jabón de lavanda francesa cuando salió del hospital dijo: “siempre tendremos la Plaza del Baratillo…siempre quedará el Casablanca y la farmacia París”, aprieto el jabón contra mi corazón..
* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)
