Política

No se metan con el pueblo

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¿Podría la artillería del oficialismo dejar de apuntar contra los opositores y los críticos —no dejan de tener en la mira a Lilly Téllez, a Carlos Loret de Mola, al mismísimo Enrique Krauze y a todas aquellas figuras medianamente públicas que no comulgan con el credo morenista— y dirigir mejor sus baterías hacia los verdaderos enemigos de México, a saber, los sanguinarios delincuentes que merecen, ellos sí más que nadie, el infamante calificativo de “traidores a la patria”?

¿Ocurre un quebranto a la República cuando en el espacio resuenan las voces de la disidencia? ¿Expresar desacuerdos supone un supremo perjuicio a la nación? ¿La propia patria —gran palabra— se ve amenazada por quienes no se pliegan a los dictados del poder, al ejercer por su cuenta la libertad de expresión?

¿Por qué, entonces, tanta intolerancia, tanta intransigencia y, sobre todo, tan destemplada belicosidad?

Sabemos las respuestas, desde luego. El régimen de doña 4T se ha arrogado la representación directísima y absoluta del alma mexicana —evocando, en todo momento y en cada ocasión, la supremacía del pueblo por encima de todas las cosas (todo es “pueblo”, en la retórica de los que mandan ahora) de manera que cualquier cuestionamiento lo trasmuta, sin mayores ambages, en un maligno ataque a la gloria de la deidad popular, un auténtico sacrilegio. Los adalides de la causa se sienten entonces llevados a intervenir para castigar —de palabra, por lo pronto, aunque en el ambiente no dejan revolotear oscuras amenazas— a los renegados.

Han dicho, literalmente, que “ya no se pertenecen” sino que encarnan la sustancia misma de ese tan traído y llevado pueblo así que, en esa condición suya de plenipotenciarios inmediatos, las acometidas que se autorizan no son abusivas sino perfectamente legítimas.

Las censuras, con nombre y apellido, que reverberan en el supremo púlpito de la nación, son un declarado ejercicio de autoritarismo que coloca a los ciudadanos señalados en una circunstancia de total indefensión frente a la maquinaria gubernamental. El poder morenista, que ya lo tiene todo, no debería pretextar, encima, una suerte de derecho de réplica para decretar, por sus pistolas, quién es el bueno de la película y cuáles son los malvados a combatir.

Pero, bueno, al final del camino, nos dicen que el pueblo es el que habla. Ah...


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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