Política

¿Escuelas, hospitales, caminos? No: tirar el dinero…

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

Somos un país que tiene enrevesadas sus prioridades. Los supremos encargados de la cosa pública han invocado desde siempre —o, en términos más actualizados, desde la instauración del antiguo régimen nacionalista-revolucionario— la preeminencia de la “soberanía nacional” por encima de todas las cosas y han creado, de pasada, sus correspondientes creaturas, a la manera de aquel doctor Frankenstein que forjó, con retazos de cadáveres, al monstruo en su laboratorio.

El engendro mayor es una corporación paraestatal tan descomunalmente endeudada e improductiva que está a punto de dinamitar las finanzas enteras de la nación, pero que en el imaginario colectivo aparece como un supremo baluarte de la mexicanidad: Pemex, de tal manera, está por encima de cualquier transfiguración, es inmutable como una roca. No hay marcha atrás, así sea que nos lleve a todos al abismo.

Pero, entonces ¿se antepone lo simbólico —la sacrosanta condición identitaria de un ente público— a los intereses verdaderamente superiores de la nación? ¿Se prefiere dilapidar un enorme caudal de recursos en el sostenimiento artificial de una empresa insolvente en lugar de dirigirlos a mejorar escuelas, centros de salud, caminos vecinales y guarderías?

Si los pobres de México son quienes verdaderamente importan, ¿no debería el gobierno “del pueblo” consagrar todos sus esfuerzos a la implementación de los programas y estrategias que sirven verdaderamente para alcanzar un mayor bienestar? ¿No nos sirve de nada el ejemplo de Corea del Sur —una nación que hace algunos decenios se encontraba muy por debajo de México en términos de desarrollo humano y que, al apostar por la educación y políticas de apoyo a la industria, logró colocarse entre las más prósperas del planeta— para aplicar aquí un modelo parecido?

Las durezas cotidianas que sobrellevan las personas de los sectores sociales más desposeídos pueden ser mitigadas al repartirles los dineros del erario, pero el asistencialismo no transforma de raíz la realidad de la indigencia: es meramente un paliativo, temporal e inviable a largo plazo.

No va por ahí la solución sino en el otorgamiento de derechos reales a los ciudadanos: salud, seguridad y educación. ¿Dinero? Sí hay, señoras y señores. El que devoran Pemex, CFE y los proyectos deficitarios de doña 4T. Pero...


Google news logo
Síguenos en
Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • [email protected]
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.