Política

El irresistible encanto del dinero

El sermón entonado en el púlpito presidencial nos convocaba, a los sufridos y descontentos mexicanos, a encontrar la felicidad terrenal en las cosas simples de la vida —un par de zapatos y no más, la ropita de todos los días o, ya en el apartado culinario, las tlayudas cocinadas por la comadre— en oposición al credo de ambiciones y codicias promovido por los privilegiados de siempre, esos “conservadores” y “corruptos” que nos habían envenenado el alma sembrando el camino de tentaciones y apetitos materiales.

Uno de los denuestos, justamente, era el palabro “aspiracionista” —no figura en el tesoro de doña Real Academia Española, miren ustedes— acuñado para denunciar lo pecaminoso que es el impulso, observado en algunos individuos de la especie, de querer tener más y más peculios, más bienes y más haberes.

El mandato del supremo líder debía ser acatado por los prosélitos de su cofradía —o, por lo menos, así creemos haberlo entendido quienes observamos la representación desde la barrera— pero, qué caray, no todos sus apóstoles siguieron lo que dictaba la buena palabra sino que se le aparecieron varios Judas —muchos, más bien— al predicador de Palacio.

Algunos sujetos de muy dudosa catadura se habían incrustado ya en la congregación, recibidos en su momento con los brazos abiertos por haber ejercido muy oportuna apostasía en perjuicio del satanizado PRIAN, pero los comisarios del régimen redentor no escudriñaron en momento alguno sus libros de cuentas.

Otros, sin embargo, habían militado desde muy temprano en las filas del pobrismo por decreto y se les suponía, entonces, una natural y congénita disposición a repudiar los provechos del sucio dinero: nada de bolsos Prada, ni de vuelos trasatlánticos en clase de negocios, ni de estancias en hoteles deslumbrantes ni mucho menos de exhibir sus compras y trapos de marca delante de los aspiracionistas de menor pelaje.

Pues bien, resulta que a buen número de los emisarios de la medianía les están apareciendo, en su mapa personal, propiedades y patrimonios que en manera alguna corresponden a los emolumentos que les procura el aparato oficial. Nos enteramos en parte porque, según parece, algunos servicios de inteligencia del edificio gubernamental registraron primeramente a los transgresores, en pleno deleite de sus consumos, y luego filtraron las imágenes grabadas a la prensa de la derecha fascista (algo muy fuerte se está cocinando).

Una pequeña corrección, con el permiso de ustedes: en lo que toca a los referidos Judas, hay que mitigar tan infamante sobrenombre porque no traicionaron en sentido estricto a su pastor sino que ignoraron meramente los principios consagrados en la doctrina pregonada desde las alturas. Hasta ahí, y nada más, sus pecados republicanos.

Y es que el evangelio de austeridad es muy duro de seguir, señoras y señores. La moderación ordenada choca frontalmente contra un instinto que brota, incontenible y arrollador, en los humanos: la sed de dinero. Finalmente, la casa de Tepoztlán que tanto disfruta don Noroña la compró a punta de billetes, ¿o no?


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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