Política

La sucesión papal

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En el mundo secular, elegir a un político de casi ochenta años es una rareza; en el religioso es común. El anuncio de la intempestiva operación de colon al papa, para tratarle divertículos, que descuidados pueden devenir cancerosos, ha puesto de relieve una vez más el tema de la sucesión papal.

Dada la centralización del poder, en lo que es formalmente una monarquía absoluta (el papa concentra el máximo poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial), es natural que los reflectores se concentren en lo que le sucede a una persona, más que al aparato burocrático o a sus múltiples formas de organización y operación en todo el mundo.

En el caso de los pontífices romanos, su edad y salud es una consideración central, incluso desde el momento de su elección. Pero contrariamente a otros sufragios, la avanzada edad o la deteriorada salud no son necesariamente elementos negativos para una determinada designación. Puede incluso desempeñar un papel favorable, si lo que los cardenales electores desean es más bien un pontificado corto.

Ha sucedido en muchas ocasiones, sobre todo después de pontificados largos, que terminan por desgastar a cualquiera, incluso al que se considera Vicario de Cristo. Por ejemplo, después de León XIII, quien reinó en el Vaticano desde 1878 hasta 1903 y murió a los 93 años. Se dice que, en ese entonces, más de un cardenal pensaba: “¡Elegimos a un Santo Padre, no a un Padre Eterno!”. Pío X, su sucesor, duró once años en el pontificado.

Otro caso similar ha sido el más reciente, de Juan Pablo II. Elegido muy joven, a pesar del atentado en su contra y de los accidentes y enfermedades que lo acosaron durante décadas, tuvo uno de los más largos pontificados de la historia. La reacción, a su muerte, fue la elección de dos cardenales ya mayores. Ratzinger tenía 78 y Bergoglio 77.

Benedicto XVI sintió que no podía ya desempeñar eficientemente su cargo y se cansó de las intrigas, así que decidió renunciar a los 85. El papa Francisco tiene 84 y, como es natural, presenta ya signos de fatiga, aunque no necesariamente seguirá los pasos de su antecesor. Si bien ha mencionado el tema, no es necesariamente entusiasta al respecto. De así suceder, la Iglesia católica podría tener tres papas vivos; dos en retiro y uno en funciones.

En cualquier caso, por lo pronto Bergoglio enfrenta también serios problemas, aunque usuales, en el gobierno de la Iglesia católica. Hay jaloneos por todas partes y el pontífice está pagando los platos rotos de muchas ambigüedades a lo largo de su mandato, pues una pastoral más receptiva no ha sido acompañada por una doctrina y una legislación más comprensiva de los cambios en las mentalidades, en los derechos y en la reivindicación de las libertades.

Muchos feligreses consideran que el papa no ha hecho lo suficiente, mientras que otros piensan que él está caminando por senderos doctrinalmente peligrosos. La situación podría desembocar en una polarización dentro de la Iglesia, como en Estados Unidos.

Es probable, por lo tanto, que ya los distintos grupos eclesiales estén empezando a moverse. Quiérase o no, la intervención quirúrgica al papa significó una señal de arranque para la sucesión.


Roberto Blancarte

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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