La Guardia Nacional debería ser una Policía Nacional Civil, así fue concebida desde su creación en febrero de 2019 con la aprobación por unanimidad en la Cámara de Senadores. El Senado acordó que, durante los cinco años siguientes a la entrada en vigor del decreto, y mientras la Guardia Nacional desarrollaba su estructura, el Ejecutivo dispondría de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública de manera extraordinaria; es decir, el Ejército tenía cinco años para regresar a sus cuarteles mientras se estructuraba la Guardia Nacional que sustituiría a la Policía Federal y la mal lograda Gendarmería anunciada por Enrique Peña Nieto. Esos cinco años se cumplieron este 2024, mismo tiempo en el que los gobernadores harían crecer y capacitar a sus policías preventivas estatales y municipales, tampoco ocurrió.
El plazo se cumplió, pero los altos índices de violencia continúan, más de 190 mil homicidios dolosos y más de 50 mil desaparecidos en este sexenio, ante ello, Claudia Sheinbaum candidata ganadora, anunció en campaña tres estrategias relacionadas con la Guardia Nacional: 1) Integrar elementos capacitados y bien equipados, 2) Aumentar la presencia de la Guardia Nacional en zonas con alta incidencia delictiva, y 3) Mantener a la Guardia Nacional bajo mando civil, pero con colaboración estrecha con las fuerzas armadas.
Dijo que sería una Policía Nacional Civil fuerte, que utilizaría mucha tecnología e inteligencia para replicar lo que hizo con la policía de la CDMX bajo la titularidad de Omar García Harfuch. Pero el sábado, en gira por Oaxaca con López Obrador, algo pasó; cambió de opinión y anunció que a partir del 1 de octubre la Guardia Nacional seguirá dentro de las fuerzas armadas.
La Guardia Nacional está conformada hoy por más de 128 mil elementos, de ellos 59,549 son militares, 16,351 policías navales y 25,357 provenientes de la extinta Policía Federal. Seguirá perteneciendo a las Fuerzas Armadas y teniendo mando militar, con todo lo que ello implica. Todo indica que seguirá la militarización.