En un proyecto de construcción de un banco digital de inclusión para el financiamiento de los microempresarios de México, las nuevas herramientas de Inteligencia Artificial nos han permitido utilizarlas para tratar de detectar mercados sin riesgo en ese segmento. Si utilizamos los datos del buró de crédito, los resultados son desalentadores: el segmento de menor riesgo, de alrededor de un 50 por ciento de la muestra, es aquel comprendido por aquellos que nunca han adquirido un crédito. El otro segmento, que brinca a un riesgo superior a 60 puntos porcentuales de riesgo, y que comprende al otro 50 por ciento de la muestra, deriva de todos los acreditados que sistemáticamente utilizan a un grupo de instituciones financieras, con historiales promedio de ocho años, en su mayoría clasificados por el buró como “malos”.
¿Qué se puede derivar de estos hallazgos?
Para efectos de nuestra intención de construir un banco de inclusión a los micro empresarios, el resultado nos deja sin instrumentos de análisis de riesgo vía buró de crédito, toda vez que el segmento que utiliza créditos es un segmento riesgoso. Y la otra mitad no quiere decir que no sea riesgosa. Simplemente no existe historial de cumplimiento de sus pagos. Por lo que, para efectos de nuestro análisis de riesgo necesario para nuestro modelo, tendremos qué construir otras bases para nuestras decisiones crediticias. Obviamente su comportamiento en el SAT también está fuera de candidatura, porque en su mayoría son informales en ese sentido, ni tampoco su comportamiento bancario, porque en su mayoría usan efectivo para sus transacciones. Todos tienen tarjeta de débito, si, pero solamente para sacar en efectivo los pagos que les llegan por concepto de salarios o remesas.
Los hallazgos de la otra mitad, de un sector que sistemáticamente utiliza pequeños créditos de microfinancieras y sistemáticamente incumple en sus obligaciones crediticias pertenece a un mercado donde las microfinancieras les ofrecen créditos a tasas superiores al 100 por ciento para que estas incluyan las pérdidas esperadas derivadas de esos incumplimientos.
Para construir un sistema crediticio sano que realmente contribuya al crecimiento económico de las más de 5 millones de micro empresas del país, el camino es largo: primero, hay que capacitar a los micro empresarios a administrar sus negocios, no con base en flujos inmediatos, sino diferenciando estos flujos en lo que constituye su utilidad y la recuperación de su inmersión derivada de los costos para construir esas ventas. Muchos micro empresarios no saben construir esta diferenciación, por lo que no conocen su capacidad para endeudarse, derivando en estos incumplimientos y ahí írsele llevando para sobrevivir. Si los micro empresarios mexicanos conocieran esta capacidad de endeudamiento, no adquirirían créditos que sabrán que no pueden pagar, porque otro hallazgo de nuestro análisis de datos es que el micro empresario mexicano es adverso al riesgo, no le gusta endeudarse, y solamente acude a las microfinancieras en condiciones de urgencia.
En segundo lugar, es imperativo convencer a los microempresarios en el uso de medios digitales de pago, abandonando el efectivo. Solamente así los prestadores de servicios financieros pueden evaluar su capacidad de pago. Está es otra tarea gigantesca que enfrenta obstáculos igualmente gigantescos: por un lado, la creencia de que el registro de las transacciones está vigilado por el fisco y por default éste les cobrará una rebanada de sus de por si incipientes ingresos. Y por añadidura su aversión a registrarse en el SAT bajo la creencia de que al hacerlo, sistemáticamente disminuirán sus ingresos brutos por concepto de ingresos.
Ambos pasos para poder incluir a los microemprzesarios al sistema financiero formal requieren de un esfuerzo federal. La educación financiera de los micro empresarios del país debe ser objeto de políticas públicas efectivas, tal vez a través de la banca de desarrollo. Y la aversión al fisco sin fundamentos verdaderos también debe ser combatida a través de campañas también de educación a los microemprzesarios demostrándoles que formalizándose y transparentando el uso de sus ingresos a través del uso de medios digitales es beneficioso para ellos, porque facilitará el flujo crediticio para sus empresas.