Aunque sucedió en Monterrey, como dice el refrán, “pon tus barbas a remojar”, en Puebla, Tlaxcala, la Ciudad de México o en cualquier estado del país pudiera pasar y es un caso que nos debería hacer reflexionar sobre muchos aspectos básicos que cómo sociedad quizás estamos dejando de hacer, aunque en esta ocasión voy a enfocarme en el pésimo manejo de una crisis de comunicación.
La noticia de lo que sucedió la semana pasada en un plantel del TecNotivox sobre una presunta agresión sexual de cinco estudiantes contra uno en un baño de la preparatoria, además del trasfondo moral, social y de valores que debería ponernos a pensar qué estamos haciendo mal para que sucedan estos incidentes y, amen de las investigaciones de la Fiscalía para esclarecer los hechos, es un ejemplo de todos los errores que pueden cometerse en el manejo comunicacional de una crisis de esa naturaleza y hacerse tendencia nacional.
Orgullosamente soy licenciado en ciencias de la comunicación por el ITESM, egresado hace 36 años en los que he podido especializarme en estrategias públicas y además, hasta donde sé, el Tecnológico como instituto de educación superior nacional tiene un departamento de comunicación con protocolos muy claros del cómo proceder en una crisis comunicacional, mismos que parece que no aplicaron la semana pasada.
El silencio, la falta de oportunidad para brindar información, la negación o minimización de los hechos, el impedimento para que las autoridades actuaran de inmediato, la ausencia de empatía con los alumnos, la subestimación del papel actual de las redes sociales en la comunidad, la ausencia de transparencia y el actuar como observadores del cómo surgían versiones extraoficiales, estigmatizando una condición de salud mental y aparentemente revictimizando al presunto afectado, son tan solo algunos factores que hicieron crecer esta crisis que de por sí en los hechos ya era de proporción mayúscula.
Muy tarde salió la directora de la preparatoria a dar entrevistas aisladas para decir que no había denuncias oficiales, además de al menos dos comunicados el mismo día, sin ningún sentido social ni mucho menos la idea de hacer un control de daños, propiciando versiones de que se está protegiendo a una persona “influyente” y creando reacciones masivas contra el plantel y los presuntos agresores, en un tema que en cuanto la fiscalía de a conocer un dictamen preliminar, podría terminar de darle la razón al imaginario colectivo.
Así como sucedió en una escuela privada de gran prestigio, puede pasar en cualquier corporativo, empresa, organización social, además de ser el pan de todos los días de las instituciones públicas y todos los niveles de gobierno.