Estos últimos días he reflexionado mucho acerca de cómo nos han educado y socializado en torno al abordaje de los errores.
Cometí un error reciente, sin dolo, por distracción y eso me valió una funa virtual intensa.
En el proceso de la crisis de ansiedad, la incomodidad, incluso un poco de culpabilizacion de repente caí en la cuenta que la funa no era, en absoluto, necesaria.
Lo que esta situación en particular necesitaba era DIÁLOGO pero me tocó cometer un error con una persona que no estaba socializada para el mismo, y sí para castigar el error.
Mi vida está dando muchas vueltas. Mi mamá murió, me cambio de casa, perdí mi empresa.
Estoy reconstruyendome de a poco y eso implica tomar decisiones.
El suceso de estos días me mostró algo que creo, ya sabía: me da muchísimo miedo fallar y estoy arrastrando la inmensa culpa de haber fallado.
No cualquiera deja caer un negocio de un millón al año en ventas. Yo lo hice. Entre varios factores externos determinantes y mi falta de entusiasmo todo se vino abajo.
Sobre la muerte nadie elige, pero vivir la pérdida es algo extraño. Siempre existe la culpabilización de: y si hubiera, me faltó hacer esto, debí de.
Y así, se van sumando al costal los errores o supuestos errores que cometí y llega una mujer a acusarme de algo y me desmoronó.
Se me olvidó enviar un poemario a concurso sobre el que había estado trabajando duro.
Estoy tomando decisiones de vida que me llenan de dudas.
Se me acumularon los errores y la forma de afrontarlos fue bastante pragmática, lo cual me aleja bastante de la niña que lloraba por un nueve en la boleta.
Que importante es reconocer que el desmoronamiento es necesario. Que importante valorar que tendré muchos años por delante para seguirme equivocado.
Qué alegría que, aunque me hayan educado para temer a los errores de forma patológica, tenga suficiente criterio para localizar la sensación de fracaso y transformarla, de a poco, en algo más compasivo para conmigo misma.
Ojalá que nuestras siguientes generaciones puedan dejar de tener el vaso que derraman.
Ojalá que logremos enseñarles que errar es humano y está bien empezar de nuevo para hacerlo mejor
