Los programas sociales de transferencias están diseñados para mejorar el ingreso de los beneficiarios quienes por alguna situación extraordinaria requieren un complemento temporal para satisfacer sus necesidades más básicas.
En la semana se levantaron críticas en torno a la Tarjeta Rosa debido al diseño mismo de su operación: sin una corresponsabilidad a cambio, ni filtro que asegure priorizar los hogares con mayores carencias sociales.
La respuesta a tales cuestionamientos es simple como el diseño del programa mismo: brindar apoyos económicos que amplíen las capacidades de las mujeres guanajuatenses, como una medida compensatoria para disminuir los impactos de la inflación y el hecho de que casi una cuarta parte de la población de Guanajuato aún no tiene acceso a alimentación suficiente, nutritiva y de calidad.
En su primera etapa la Tarjeta Rosa dispersará mil pesos bimestrales a mujeres jefas de familia de entre 25 y 45 años. Tal cantidad equivale a 16 pesos diarios y tomando en cuenta que el número de integrantes promedio por hogar en el estado es de 4 personas, el subsidio real per cápita es de 4 pesos.
Parece una cantidad mínima, pero no lo es, si se toma en cuenta que los programas sociales deben ser tales que no generen dependencia, pero de cuantía suficiente para marcar una diferencia.
Además, la estrategia Aliadas cuenta también con una veintena de programas para ampliar las posibilidades económicas de las mujeres guanajuatenses y generar mejores condiciones de bienestar en los hogares de la entidad.