El tejido urbano de nuestras ciudades ha sido moldeado durante décadas por un enfoque centrado en el automóvil.
Sin embargo, la publicación reciente de “Red Planners” en Instagram arroja una luz reveladora sobre la importancia de redistribuir el espacio público en favor de alternativas de transporte más eficientes y sostenibles.
¿Mil personas pueden ser transportadas de manera eficiente? Sí, pero la clave radica en cómo elegimos hacerlo.
La comparación presentada es contundente: para transportar mil personas, se necesitaría un solo tren o 20 autobuses, en contraste con los 650 automóviles requeridos para lograr la misma tarea.
Estas cifras son más que meros números; son un llamado a la reflexión sobre la distribución inteligente del espacio público en nuestras ciudades.
La hegemonía del automóvil en la planificación urbana ha llevado a la privatización y congestión de nuestras calles, dejando poco espacio para peatones, ciclistas y formas de transporte público eficientes.
Esta distribución desigual del espacio público no solo afecta la movilidad, sino que también tiene graves consecuencias para la salud pública, el medio ambiente y la calidad de vida en general.
Es por eso que, los gobiernos deben tomar la iniciativa en la redistribución del espacio público, desincentivando el uso del automóvil y promoviendo alternativas más sostenibles y eficientes.
Esto implica políticas audaces que prioricen el transporte público, fomenten el uso de la bicicleta, y promuevan el diseño urbano centrado en las personas, en lugar de los vehículos.
La desincentivación del automóvil debe ir más allá de simplemente aumentar los impuestos sobre la gasolina o establecer zonas de bajas emisiones.
Se necesita una transformación integral de la infraestructura urbana, que incluya la expansión de sistemas de transporte público accesibles y eficientes, la creación de carriles exclusivos para bicicletas y la implementación de políticas de peatonalización en áreas urbanas clave, así como de más y mejores banquetas para promover los viajes a pie.
Sin embargo, redistribuir el espacio público no es solo una cuestión de infraestructura física; también implica un cambio en el marco legal, como ha venido sucediendo en México desde 2019 con la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial.
Es necesario aplicar la ley y hacerla respetar, así como también de promover el derecho a la ciudad y a un medio ambiente sano, los cuales ya existen en la Constitución y deben promoverse a través de cualquier acción de los gobiernos mexicanos.
También es importante destacar que la redistribución del espacio público no se trata simplemente de restringir el acceso al automóvil, sino de crear ciudades más inclusivas y habitables para todos.
Esto significa garantizar que las alternativas de transporte sean accesibles para todas las personas, independientemente de su edad, género, condición física o nivel socioeconómico.
En última instancia, la redistribución del espacio público es una cuestión de justicia urbana.
Las decisiones sobre cómo se distribuye el espacio en nuestras ciudades tienen profundas implicaciones sociales y ambientales.
Al priorizar el transporte público y las formas de movilidad activa, no solo estamos mejorando la eficiencia del sistema de transporte, sino también promoviendo la equidad, la salud y la sostenibilidad.
En México y en todo el mundo, es hora de repensar la forma en que utilizamos y distribuimos el espacio público en nuestras ciudades.
La publicación de Red Planners nos recuerda que tenemos la responsabilidad y la oportunidad de construir entornos urbanos más justos, sostenibles y habitables para las generaciones presentes y futuras.
Es hora de dejar atrás la era del automóvil y dar paso a una nueva era de movilidad urbana.