Una novela que sólo pudo escribirse de forma memoriosa: todo novelista busca sus temas y sus referentes pero, a diferencia del historiador también hace ficción, es una condición necesaria.
“México (la novela)”, de Pedro Ángel Palou (Planeta, México, 2022) retoma a un complejo personaje: la ciudad de México: una ciudad que experimenta “su” vida propia. Como todo personaje entonces tiene necesidades propias, humanas porque ¿quién más?, son precisamente los humanos quienes la habitan y la transforman: es un personaje, una medusa, que tiene hambre, que tiene sed y que tiene sentimientos.
Todo cobra sentido, todo es una red de correspondencias que van girando mientras pasan poco a poco los siglos. Ejemplo, y atendiendo estrictamente al órden de los capítulos que se marcan por los años: la Gran Tenochtitlán se funda sobre un lago. Hacia 1526 (año del señor en que inicia la historia), los hombres que provienen de Europa buscando “Las Indias'', edifican, o imponen otra cultura. Poco a poco, sobre ese endeble terreno, va creciendo una mole de piedra. Es aquí que encuentro una paradoja: la Nueva España se construye sobre un terreno endeble. El personaje, “México”, cargará desde ese instante la fuerza y la debilidad de su historia posterior porque la propia naturaleza se encargará de hacer lo suyo. Los conquistadores no sólo enfrentan rebeldías sino a la naturaleza misma, pero comienzan a vislumbrar en otras latitudes la riqueza: la minería, los recursos naturales.
Pedro Ángel Palou encuentra la manera de narrar la historia de México: echa mano de la indispensable voz de cuatro familias entrelazadas que aparecen a lo largo de toda la historia, desde la fundación de La Nueva España hasta el trágico sismo de 1985.
“México, la novela”, se visualiza, su lectura remite a imágenes, es un personaje que toma muy en cuenta los movimientos sociales más importantes y relevantes: la Independencia, la Revolución, el papel de Maximiliano, el asesinato de Madero y Pino Suárez, el suicidio de Antonienta Rivas Mercado, su icónico asesino serial de los cuarenta Gregorio ―Goyo― Cárdenas, el movimiento popular estudiantil de 1968, y la voz de sus cronistas como Guillermo Prieto o Altamirano. Está el registro de las transgresiones, las traiciones, los acuerdos de los poderosos. Eso que está más allá de los velos que se van corriendo. De lo contrario la historia y la vida no podrían pertenecer al personaje llamado “México”, en la novela.
Juan Gerardo Sampedro