Cultura

Los niños tienen la palabra

  • A morir a los desiertos
  • Los niños tienen la palabra
  • José Manuel Vázquez Navarro

Sé que si tiene niños, sobre todo por estos días, la letra de la canción del cantautor español Joan Manuel Serrat le será entendible; “Esos locos bajitos que se incorporan, con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres, y a los que, por su bien, hay que domesticar”. 

Lo anterior, como se dice en tauromaquia, a toro pasado, pues hace tres días, el jueves pasado, 30 de abril, se debió celebrar el “Día del niño”.

La palabra niño que denota la etapa de la vida entre el nacimiento y la adolescencia. Como definición el término niño es tan ambiguo como su etimología, “ninno” como voz infantil que deviene en niño. 

Por otra parte, la palabra infante, se refiere al período en que el ser humano es niño; vine de la raíz “in” prefijo negativo y “fante” hablar, refiriéndose a esa primera etapa en que no se habla.

Pablo Neruda decía que “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió, para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”; coincido plenamente con este admirado poeta chileno, pues la capacidad infantil de sorprenderse ante las pequeñas maravillas de la vida ha sido parte de mi desarrollo profesional como entomólogo (especialista en insectos) y profesor de esta materia. 

Ver con ojos de niño, cómo se frota las patas delanteras una mosca, el diseño y los colores espléndidos de un nuevo escarabajo, el flotar de una mariposa al hacerse del vuelo, entre otros prodigios del más humilde jardín.

En México el niño es chavo, buki, huerco, chilpayate, chamaco, escuincle, plebe, criatura, morro, mocoso, infante, chico, chiquillo; en Argentina es pibe, en Venezuela chamo, en España crío, en Colombia chino. 

Con esas palabrejas y sus respectivos diminutivos hacemos frases amorosas para referirnos a los pequeños y, tristemente, también las usamos para ofender o denostar. Le suena: Por Dios, ¡No sea infantil!

En la dedicatoria de unos de los más hermosos libros infantiles, El Principito, Antoine de Saint-Exupéry pide disculpas a los niños lectores por dedicarle el libro a un amigo que ya es adulto (León Werth) finalizando con la frase: 

“Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan” (Antoine de Saint-Exupéry).

En estos tiempos complicados saquemos ese niño que hay en nosotros, esa criatura que se sorprende con el azul del cielo, ese ser honesto que expresa lo que siente, con capacidad de soñar e imaginar sin que nos importe lo que piensen los demás.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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