Oficialmente, el 19 de marzo de 2020 falleció la primera persona en México por COVID, casi un año después, tenemos 196,606 fallecidos, el acumulado de infectados es de 2,182,188 y se registran 6,726 casos nuevos en un día.
A pesar de que ya las vacunas circulan y los gobiernos luchan por inmunizar a la mayoría de la población, lo que depende de recursos, logística y disponibilidad; en México se han vacunado apenas al 0.5 % de la población.
En realidad, nos encontramos muy lejos de la “misión cumplida” y más alejados de ver “la luz al final del túnel”; no hay eufemismos que queden y del triunfalismo demagógico deberemos de pasar a ver la realidad que parece nos volverá a poner en jaque, ante ello, es necesario alertarnos y poner los pies en el suelo.
El espejo de lo que sucede en Europa, donde a pesar de que avanzan en la vacunación, la tercera ola de contagios de COVID ha golpeado a varios países de tal forma que se activan ya, en estos días, nuevas medidas de confinamiento para varias naciones.
Los especialistas señalan que las causas podrían ser además de la relajación en las medidas preventivas, las nuevas variantes del virus que circulan por todo el orbe.
Por otra parte, en Brasil, la tragedia sigue con 2,600 muertos diarios y un colapso de los servicios médicos en varios estados de ese país, con apenas un 1.5 % de su población vacunada.
Es cierto, el encierro por esta pandemia nos tiene hartos a todos, muchos empleos se han perdido y la economía de buena parte de la población se deteriora al decretarse los cierres de actividad; la mala noticia es que esto no ha terminado, debemos recordar que apenas hace semanas veíamos a nuestro derredor filas de gente buscando oxígeno y hospitales saturados de enfermos.
Fiestas, conciertos, vacaciones, reuniones familiares, clases presenciales, todos quisiéramos regresar a lo que fue. ¿Será prudente?
No se trata de caer en la histeria, ni generar temor; no se trata de política electorera, ni de partido político.
Se trata de aprender de nuestros errores y vernos en el espejo de la historia reciente. A diferencia de hace un año, ahora sí podemos imaginar lo que viene y lo que hay que hacer.
Las vacaciones de “Semana Santa” sumadas al hartazgo parece conformar la “tormenta perfecta” para la relajación de las medidas precautorias.
Habrá que repetirlo hasta el cansancio: usar cubrebocas en espacios públicos, mantener la sana distancia, no socializar con personas ajenas a nuestro núcleo habitual, evitar actividades no esenciales y la higiene de manos de manera regular, son acciones simples en un panorama complicado que nos ayudarán a amainar lo que quisiéramos que no llegue, pero que sabemos ocurrirá.