Es probable que con el paso del tiempo se hayan olvidado las primeras impresiones del astronauta Neil Amstrong al ver su hogar desde la luna: “de repente me di cuenta de ese pequeño guisante, bello y azul, era la Tierra. Levanté mi pulgar y cerré un ojo, y mi pulgar eliminó el planeta Tierra. No me sentí como un gigante. Me sentí muy muy pequeño”. La supuesta grandiosidad de la raza humana al poder llevar hasta la luna una nave tripulada, se desvanecía ante la inmensidad del espacio y la distancia que los separaban.
Pero antes de esos acontecimientos, en diciembre de 1968 la Apolo 8 fue la primera nave espacial con tripulación humana que salió de la órbita terrestre y viajó diez veces alrededor de la luna. Todo un acontecimiento. Durante una de esas vueltas, en víspera de la Nochebuena, Bill Anders, el piloto del Módulo Lunar, exclamó de pronto emocionado: “¡Dios mío! ¡Miren esa imagen! ¡La Tierra está saliendo! Madre mía, es preciosa”.
Sin perder tiempo, tomó su cámara y accionó el botón disparador para capturar una imagen a la cual que según Jim Lovell, el piloto del Módulo de Comando, la Tierra parecía estar conformada de yeso blanco o semejante a arena grisácea. Mientras que para el primero parecía espectacular, una revelación divina, para el otro, se trataba de algo más elemental.
La foto que Anders tomó fue titulada “Salida de la Tierra” (Earthrise), y pasó a convertirse en una de las más representativas de los vuelos espaciales de todos los tiempos. Al mismo tiempo es de una absoluta belleza porque muestra a nuestro planeta como una esfera jaspeada, como si hubiese sido modelada por la mano de un habilidoso pintor.
Son relevantes los contrastes del blanco y azul de la esfera, cortada de tajo un poco más de la mitad, para quedar suspendida en la profunda oscuridad, aislada, lejana. Mientras que en la parte inferior se aprecia un fragmento del horizonte lunar, un lugar desolado cuyo suelo parece de arena con algunos cráteres. Anders sin saberlo, con esta fotografía estaba pasando a la Historia.
El impacto que causó a nivel mundial fue contundente. La publicación en diarios y revistas generó admiración y todo tipo de comentarios. Viajar a la luna empezó a convertirse en una realidad que se materializaría solo siete meses después con la misión del Apolo 11.
En 2003 la revista Life seleccionó la imagen de la NASA AS8-14-2383, o “Salida de la Tierra”, como entre las 100 fotografías que cambiaron al mundo. Bill Anders se sintió orgulloso y siempre dijo que había sido algo espontáneo. Su legado quedó para la posteridad, igual que su sonrisa. El pasado 8 de junio a los 90 años falleció en un accidente aéreo. Ahora su nombre es una leyenda.