La historia trata sobre un anciano pescador llamado Santiago que lleva 84 días sin obtener nada. Su situación cambia cuando decide abordar su embarcación y salir al mar. En poco tiempo logra que un enorme marlín muerda su anzuelo.
Lo que parece un momento de buena suerte se complica conforme pasa el tiempo, porque ese pez no es una presa fácil y lucha con inusitada ferocidad para no dejarse atrapar. Pero Santiago está curtido por las experiencias que ha vivido y le sobra paciencia, una virtud que solamente quienes se dedican a la pesca conocen.
Esta sencilla anécdota da pie a una de las mejores novelas de Ernest Hemingway: El Viejo y el Mar, que este año cumple 70 de haber sido publicada. Originalmente apareció por primera vez en las páginas de la revista Life, en septiembre de 1952, misma que se convirtió en un éxito en los Estados Unidos, al grado de que antes de finalizar ese año la historia fue convertida en libro, logrando que toda la edición se vendiera en un solo día.
A pesar de que nunca se menciona el lugar donde sucede la acción, no es difícil imaginar que se trata de Cuba, debido a que Hemingway pasaba largas temporadas en el país caribeño en un lugar llamado Finca Vigía. Y la anécdota, o más bien el germen de la novela surgió cuando yendo a bordo de su yate Pilar, él y Gregorio Fuentes, timonero y amigo suyo encontraron en una lancha a la deriva a un viejo y a un niño.
Compadecido de que estuvieran bajo los rayos del sol, le pidió a Gregorio que se acercaran para darles un paquete de comida y bebidas, pero para su sorpresa el viejo rechazó todo con insultos. El hecho impresionó tanto al escritor que decidió escribir una novela. Según Fuentes, fue él quien le dio el título. Primero dijo, porque se trataba de un viejo; y segundo, porque estaba en el mar. Así de simple decía a quien se le acercaba a preguntarle. Lo que nunca mencionó es que su vida y su forma de ser sirvieron para darle forma al personaje.
Dos años después de la publicación de la novela, Ernest Hemingway recibió el Premio Nobel de Literatura. Meses más tarde regresó a Cuba para reencontrarse con su amigo. No es difícil imaginar que debieron haberse citado en el bar La Terraza, de Cojimar. Recordaba Gregorio que el escritor se sentó a su lado para decirle: “Mira, tenemos dinero; a esto también tienes derecho tú”.
En 1961 luego de que le diagnosticaran cáncer, en su casa de Ketchum, Idaho, Hemingway se suicidó con la misma escopeta con que cazaba elefantes. Estaba solo a unos días de cumplir 62 años. Fuentes heredó el yate Pilar y vivió su país hasta que falleció en el 2002, a los 104 años.
La novela El Viejo y el Mar, unió a estos dos hombres, y este año que celebra siete décadas es un buen pretexto para ser leída, o también para releerse. La historia de Santiago sigue siendo conmovedora porque es una metáfora de vida, un ejemplo de que a pesar de sentir en la piel los estragos de la vejez, nunca es demasiado tarde para enfrentar nuevos retos.
José Luis Vivar