Mucha razón tenía el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al haber propuesto la unión de toda América del Norte y aún de toda América para enfrentar juntos, con trabajo y colaboración, y en buena lid, la competencia con China, el gigante asiático.
Desde el principio de su administración, el presidente López Obrador, en varias ocasiones propuso al presidente norteamericano y al canadiense una unión y fortalecimiento estratégico de la región, con miras a extenderse a todo el continente americano. Proponía entonces, alejarse de prejuicios de raza y de hegemonías para trabajar unidos los tres países para lograr así incrementar el porcentaje de Producto Interno Bruto de la región y ser más competitivos, uniendo capital, trabajo y recursos naturales abundantes todos en esta gran región. Mencionó también el presidente mexicano que, de no hacerlo así, Estados Unidos caería en la tentación de buscar debilitar a sus competidores a través de la guerra y tal como lo dijo el presidente mexicano, hoy Estados Unidos emprende una guerra injusta y fratricida en contra de Rusia y pretende impulsar otra en contra de China, utilizando en el primer caso a ucranianos y en el segundo a taiwaneses.
Este camino bélico que ha adoptado Estados Unidos está resultando ruinoso para todo occidente. Ni Rusia, ni China se han debilitado, al contrario, se han fortalecido y cada vez suman más países simpatizantes a su causa mientras Estados Unidos lanza zarpazos y amenazas por todo el mundo como una fiera herida. Al no respetar una cierta área de amortiguamiento entre la Federación Rusa y los miembros de la OTAN y al querer imponerse en Ucrania, Estados Unidos violó toda área de influencia y con ello permite que tanto China como Rusia, se lancen a posicionarse en países de América Latina, con una larga tradición de intervenciones norteamericanas, muchas de ellas sangrientas, que hace que los reciban con los brazos abiertos, como hermanos.
En el caso de México, estamos demasiado cerca de los Estados Unidos, estamos muy entrelazados. Entre la frontera de más de tres mil kilómetros, las inversiones norteamericanas en nuestro país, los cuarenta y seis millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos y los más de un millón y medio de norteamericanos viviendo en México, nos es muy difícil separarnos ahora de nuestro vecino del norte. Nos ha costado, empresas mexicanas quebradas, migrantes muertos en el desierto, niños que crecen sin sus padres, y ahora mismo amenazas de intervención verdaderamente groseras.
No obstante, quizás no sea demasiado tarde, todavía tenemos tiempo para unir esfuerzos en América del Norte, para trabajar juntos, colaborar con empatía y respeto a las soberanías y a las culturas de las tres naciones y recuperar con trabajo y esfuerzo el respeto y el reconocimiento de otras naciones americanas y del mundo.