Tras el triunfo de Morena en 2018, cuando ese partido y sus aliados ganaron la Presidencia de la República, las dos cámaras del Congreso de la Unión y cientos de regidurías, alcaldías y diputaciones locales en todo el país, lo primero fue el festejo de la arrolladora victoria de un partido con apenas cuatro años de haber sido constituido.
La hazaña le valió el reconocimiento y la admiración internacional, ya que ningún partido del mundo en la era moderna había llegado a la Presidencia de un país tan rápido y con una victoria tan contundente e inobjetable en las urnas.
Vendría luego el recuento de lo ganado, el análisis detallado del cómo el factor AMLO fue el chaleco de flotación para que cientos de candidatos ganaran, aun siendo unos perfectos desconocidos y sin hacer campaña.
Siguió luego lo más interesante: el llamado, durante el periodo de transición, a reunirse con el entonces Presidente de la República electo por grupos de iguales: todos los futuros senadores, todos los futuros diputados federales, todos los futuros diputados locales, todos los futuros alcaldes, todos los futuros regidores.
La pregunta que surge ahora es quién llamará, después de las elecciones del 6 de junio, a todos los candidatos electos de las distintas alianzas de Morena con otros partidos, para que les dicten la línea del no mentir, no robar y no traicionar, ya que esta vez se le añadiría una precisión: y no cambiar de partido una vez obtenido el triunfo.
Porque al menos en el caso local, en la coalición Juntos Haremos Historia en Nuevo León hay demasiados renegados del PRI y del PAN que buscarán cargos públicos, que de ganarlos, bien podrían renunciar a las siglas con las que llegaron y volverse independientes, total, no serían ni los primeros ni los últimos.
Con la misma ligereza que hoy dejan sus colores políticos, desde donde no hace mucho criticaban a la Cuarta Transformación, bien pueden echar reversa ya con el triunfo en la bolsa, dictado por el mandato popular a la persona y no al partido.
Sobre todo quienes afirman, unos en público y otros en privado, pero ya registrados como candidatos de la coalición a cargos públicos, que siguen siendo opositores a la 4T. Entonces no están todos los que son, ni son todos los que están.