La innovación se ha vuelto una práctica cada vez más necesaria dentro de las organizaciones, las personas y los gobiernos, y en casi toda actividad económica, social, deportiva y política.
Pero ¿Cómo reconocer los enemigos de la innovación y por supuesto como en el reconocimiento será posible evitarlos, enfrentaros y claro solucionarlos?
Copiar o imitar:
Partamos que es bueno tener un benchmarking como referente y por supuesto ir en búsqueda de mejorar, incrementar la propuesta de valor de los productos o servicio es útil, pero el caer en la imitación, la mala copia es algo en lo que no debes verte tentado.
El ver con bastante facilidad productos y servicios en internet que son o aparentan ser novedosos, y empezar a producirlos cínicamente y peor aún, difundir que estos son creación tuya, restará credibilidad de tu marca y de ti como empresario.
La práctica de la imitación o la venta de clones o genéricos como ahora se le denomina a este tipo de productos se ha incrementado en las últimas décadas, sin embargo, aún en una escasez de creatividad, podrás encontrar en ese producto o servicio innovaciones o mejoras que te distingan de la competencia.
Sabemos que se dice “que no hay nuevo que inventar”, pero en el remoto caso de que así sea (yo lo dudo), intenta que el producto que te cautivo y enamoro, le des una nueva utilidad, le hagas mejoras y lo lances como una innovación real y legal.
Mansfield, Schwarts y Wagnes en un estudio revelan: “En 4 años posteriores a 1981, el 60 % de las innovaciones exitosas patentadas... fueron imitadas”, de la misma manera, estos autores encontraron que la razón entre el tiempo de imitación y el de innovación era de alrededor de 0.70.
En otro estudio realizado por el Clúster de Confección de confección del peruano Juan de Acosta, declara que los diseñadores y empresarios mencionaron que la imitación de una nueva prenda tardaba la impresionante cantidad de tiempo de, entre medio día hasta uno.
Así que está más que claro que uno de los enemigos de la innovación son la imitación, que precisamente resta el componente de la creatividad tan necesaria es para practicarla.
Narcismo:
Enemigo que paraliza la capacidad de respuesta ante los cambios, es también conocida como una complacencia o autocomplacencia en una errónea creencia de que somos los mejores del mercado, que no aprenderemos nada nuevo y que la competencia es pequeña e ignorante.
Es decir, caer en una arrogancia excesiva, impide que las empresas innoven, se reinventen y por su puesto el caer en este tipo de prácticas va en franco detrimento de la empresa en función de volverse en el mejor de los casos reactivos y no proactivos, ante las nuevas tendencias de mercado y los nuevos perfiles de consumidores.
Arraigo a ideas del pasado:
También conocido como conservadurismo, es el miedo a innovar, atreverse e intentar es por medio natural de un miedo a lo desconocido, es decir esa duda fundada en el viejo refrán que dice “más vale mal conocido, que bueno por conocer”, inconscientemente nos protegemos ante el intentar algo nuevo y por lo tanto la creatividad se corta, se cancela o simplemente ni se promueve. Esto por la creencia equivocada de que lo “de antes es mejor”, no permite que se atrevan en las empresas a intentar algún cambio, mejora o innovación.
Exceso de burocracia:
Caer en rutinas o peor aún hacer imposible o casi casi una misión imposible el que un cambio, mejora o innovación se implemente en las organizaciones es todo un reto para esas empresas ya consolidadas, grandes y sobre todo con estructuras laborales robustas y, donde los intereses personales se imponen sobre los intereses reales de la empresa, pues un cambio que se pueda implementar en la empresa, saque de una zona de confort a una persona o todo un departamento, y si dentro de la política o esquema de incentivos de la organización no se promueve, premia o se difunde una cultura de innovación, seguramente no será un elemento a cuidar dentro de las empresas.